Daniela... Federico estuvo contigo el muy puñetero... yo lo vi como se deslizaba por la sala y en cuerpo entero, sigiloso nos miraba y yo observe su cara era la que me protege incluso desde mi almohada junto a su risa y tu brisa, para sofocar el calor que mi cuerpo deposita entre sabanas de plata y dijo... me dijo:
¡Que calor brotó en su noche!
¡Que dolor sintió mi alma!
Mi corazón zozobraba
ante todo el poderío
que su sombra nos regaba.
¡Como se mecían los mimbres!
¡Que cerquita estaba el agua!
Y yo solo, y voluptuoso
Con ansia, solo miraba… la minaba.
Federico le da vida.
¡No abrazaba su cuerpo la sala!
Suspiros… solo suspiros,
brotaban desde su casa.
Era Frasquita-Bernarda la
que corría por la estancia.
Sus hijas la acompañaban,
con el calor de la noche
noche nochera del alma.
Mientras el Romano habla.
Sueños de agua y fuego
se convierten entre lágrimas,
que desbordaban sus ansias.
Y yo miraba su cara
junto al yunque de la fragua,
donde brotaban sonidos
huíos de un corazón,
envuelto en lino y estraza.
molina
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