Lejos estaba cuando la adversidad.
Lejos de ti me hallaba con mi pena.
Apesumbrado buscando mi condena.
Acompañado en tu tierra y en soledad.
Con mi remordimiento maltrecho.
Y mi ilusión ya marchitada.
Por la valoración equivocada.
Del paso dado en mi provecho.
Podrás perdonar mi cobardía.
Quizás tú puedas darme consuelo.
No puedo soportar tanta apatía.
Esperando volver a encontrarte,
suplicando tu perdón por mi osadía,
y darte mi amor de principiante.
II
Te fuiste te vislumbro al silenciarte.
Te negué aquello que me pedías.
Fui cómplice con mi sordería,
cuando tú me pedías suplicante,
sabiendo que allí sucumbías.
Pájaros libres y no aprisionados.
Quisiste volar y te abandonamos
por nuestra comodidad y tropelías.
Hoy estarás disfrutada en la lejanía,
juntos en tu nueva mansión,
vigilando tus crías desde la cercanía.
Aquí, en la tierra, sólo hay sumisión,
desamor, destrucción, lo que nos decías,
en silencio, desde tu nueva dimensión.
Antonio M. Medina
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