Paseando por la orilla de aquel río
que yo amabame senté con complacencia
a contemplar sus orillas
y a entretenerme con sus aguas.
De ellas brotaba tu rostro,
vi esculpida tu cara,
tu sonrisa floreciente
y tus ojos negros, negros
que los devoraba el agua.
Seguí con tu mirar
manteniendo tu mirada
y vi reflejada en ella
la pureza de tu alma.
La corriente no lo mueve,
solo la zarandeaba,
los peces se alimentaban
bajo tu sombra zagala.
Llegó la noche en el río
y floreció la mañana,
seguí mirando a mi río
y tu sonrisa aún estaba.
Tu rostro y su negrura,
vida, de tus ojos emanaba,brotándole la sonrisa
de lado a lado de tu cara.
Antonio M. Medina
Gracias por usar la palabra "zagala". Tanto ella como su masculino: "zagal", son términos hermosos que, por desgracia, hoy están en desuso, como tantos de nuestra lengua.
ResponderEliminarGracias Isabel, por seguir a este aburrido ZAGAL que de niño supo prestar oidos a todo lo que le rodeaba, gente con arrojo y ganas de vivir.Me enseñaron a sobrevivir en el habita que me rodeaba.
Eliminarun abrazo
un abrazo
antonio
Con tus letras he paseado a la orilla del río.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias maría pero tus versos si son agua manantial que mi boca degust.
ResponderEliminarun beso
antonio
Suave melancolía, que zigzagueante pasa a través de las aguas de la vida.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Halcón. Tu que vuelas por los aires y yo de niño te divisaba entre la piara de cabras que cuidaba ayudando a mis tíos y en la alta sierra entre buitres despintabas.
Eliminarun abrazo
Antonio