Rodeado del ajetreo de la ciudad,
un hombre se pierde entre la gente. Envuelto entre niebla celeste,
sus ojos escudriñan nuevo horizonte.
Enmarañado, caprichoso, incipiente…,
afloran los recuerdos a su mente que
sabrosos le envuelven, brillan en su mente.
Su corazón arde entre llamas celestes,
prodigioso músculo. Brotador de vida.
Luchador incansable, se enfrenta a la muerte.
Él cierra sus ojos, entre nubes grises.
Se aferra al sonido que su pecho diluye.
Su sonar percute que el aire revierte.
Ya no hay soledad, comparte otra vida.
Sus sonidos briosos lo airea… le envuelve.
Mirando su rostro, sus ojos, su boca.
Manantial de vida su agua provoca.
Te atrapa, le atrapa… le envuelve.
Nos envuelve…
De pura saliva, dorado salitre.
Le escuece, escuece.
Le quema, les quema…
de quererse… fuertes.
Molina
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