Ayer alguien le hizo feliz.
Vivió el mejor de sus
momentos
ella atenta le escuchaba
él la escucha, compartiendo
su mirada.
Él soñaba, galopaba en la
pradera
montado en caballo joven
sin riendas, sin ataduras
sin silla donde montarse
sin espuelas que le obliguen
sólo, su cuerpo agarrado
galopando entre mimbrales
sensaciones y vivencias
que manaban de su adentro.
Las palabras fluían de su
boca
y él las sorbía despacio
su corazón las mecía
se hacían todas de él
porque las sentía vivo
como un niño con arel
bajo un cielo descubierto.
¡Como corría la potrilla!
Sus ojos emanan paz
arrancándole las lágrimas
de felicidad, antes miedo.
Venía de su soledad
de la nada, del infierno.
Se metió en su burbuja.
Se instaló junto a su cuerpo
miedo me daba el pensar
que se evaporase el sueño.
No lo quería evitar
Ya lo sentía por dentro
Dominando a aquel chaval.
Volaba cual gavilán
llevándose entre las alas
el mejor de los presentes:
su sonrisa, y su mirar.
Antonio M. Medina
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