Él era un niño al que nadie entendía,
sólo le deshacían los sueños que tenía.
Vejado noche y día,
huía de la gente y se refugiaba en las laderas de
los ríos.
El agua le entendía,
y se consolaba con ella lavándose la cara,
mirando su frondoso verde que de ella fluía.
El tiempo, que todo lo pone patas arriba,
le perpetuó su destino.
Se subió a una tarima,
se pintó la cara de payaso
y la gente se reía,
¡Pero no sabían de que se reían!
¡Lo mismo daba
que las lágrimas se derramaran de pena o alegría!
El payaso seguía consumiendo su vida
sabiendo que su existencia seria así por
siempre.
Sigue viviendo haciendo reír a la gente
con su cara pintada de blanco y de un
fuerte verde.
La tarima le entiende y le hace feliz.
Se mira al espejo y se ríe de sí mismo,
pero ya no le importa,
no quiere retroceder,
el final del camino está presto a verse.
Ser payaso fue su destino,
compañera su soledad;
la encontró por los caminos sin buscarla...
pero, con una razón de ser:
mantenerle en su cavidad.
Antonio Molina
Hola Antonio.
ResponderEliminarNo sabía que tenías este rinconcito escondido,
Gracias por esas bellas letras del vuelo de la tórtola, que tengas un buen domingo.
Los sueños retos de niño, son ataduras en sus alas que no le dejan volar, pero sabiendo dirigir nuestros siguientes sueños podemos hacer felices a quien nos rodea aunque el alma sangre en silencio.
Un abrazo.
Ambar
Estimada Ambar... soy de las personas que no creen en las casualidades. Me iba al campo a comer con la familia de mi nuera y no sé porque, antes de cerrar esta ventana miro y te encuentro.
ResponderEliminarAcabo de dejar un libro de cuentos y el último que he dejado de leer es: blanca nieves y los 7 enanitos. Y tú me hablas de sueños. De felicidad, "aunque el alma sangre en silencio". Cuanto nos enseña el silencio y que oportunos son los sueños. Estaba leyendo con una música de guitarra y un murmullo de voces de mi gente del sur y me quedaba dormido y seguía soñando con lo lindo de la vida, aunque la muerte este siempre presente. 8Estudiar el contenido de los sueños y los tempos de su confección, es algo necesario para poder seguir soñando y escribiendo… Yo de niño jugaba en un cortijo en la sierra, con: alacranes, serpientes, hormigas, lagartos…
Un fuerte abrazo
Antonio