HACE FRIO.


Hace frio. El año se relaja y se deja ir lentamente como vino: en calma. Pero nos aferramos a él cada vez que aparece uno nuevo es señal que envejecemos y nos da la lata.

 Y me hago esta pregunta: ¿Y yo quien soy?...

 No sé muy bien para qué nacemos. Porque tenemos que vivir este calvario. Nacemos a empujones, forzando nuestra salida, con la cabeza delante o arrastrado de los pies con el peligro que eso significa... Y nos golpean hasta que lloramos. Todo son risas y alegrías... Hoy he estado en un funeral, el padre de un amigo... y lo despiden a pompa y platillo, misa y canticos, murmullo en la iglesia.

¿Para eso hemos nacido? ¿Para sufrir el calor y el frio, el hambre y la sed, miserias por doquier y la muerte prematura de más de uno?

Y cuando digo quien soy yo. Nadie nos responde, nadie te mira a la cara, sus miradas se espuman como la niebla por los campos y montañas.

Solo queda un reguero de pasos casi ocultos por el viento y el polvo de los caminos que lo cubre su tiempo.

Ya nadie te hace casa, ni te escucha aunque sea una súplica que necesita tu alma para seguir viviendo.

 Ya no encuentro al poeta que me aupó ante el viento, me dio vida y calor... quizás, eran otros tiempos.

Hoy hablo con los pájaros, con animales caseros, con las fieras del campo, con árboles centenarios que un día fueron carboneros y con el poeta que llevamos aun dentro.

Solo miro al abismo, esperando que el viento, interrumpa mi vuelo. Quizás desde la otra orilla, reconozca mi cuerpo ya que mi alma está muerta de ilusiones perdida, aunque llena de sentimientos.

Antonio Molina

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