Ella se lleva
entre sus dedos el aroma de las plantas
que retoñan en
lo sobrio de su huerto, mientras su
perro el que
ladraba aullidos y lamentos que,
angustiados,
penetraban en aquella habitación,
depositados en
la corteza de su excelso cerebro
sin puertas, ni
ventanas, sin cerraduras que atan.
Solo una cortina
de retazos de telas inservibles
las guarda. Las
que el aire… aireo en los tiempos
que habitaron en
su cavidad, incapaz de desdeñarlo
ya que los
cuatro jinetes del apocalipsis, resuenan
de nuevo vuelan
con furia, por la vieja Europa, que
apática e
inservible nos deja el legado de un mundo
que muerde que
destruye valores y nos manda
más muerte entre
hienas que hieden a muerte.
16/03/16
Antonio Molina
Medina
No hay comentarios:
Publicar un comentario