Caminaba por
la estepa de Castilla y su nobleza, compartiendo mis pasos por las Trochas del río de la Miel de mi niñez. Entre animales de carga, bestias sumisas en las
cuadras. Apareando monturas, serones para las aguas, trillos y mulas con las
alforjas repletas.
Caminan los segadores. Siento sus pisadas y sigo por los
suspiros del calor de la mañana que no envejecen ni mueren. Están presentes en
mi alma. Sigo su rastro mañoso, que rozan vientos de espigas entre el trigo y
la cebada y las campas de avena resurgida, se mecen en silencio arropando su
cuerpo, dejando olores a incienso.
Con sus
zahones, polainas, guantes de cuero para cubrir sus dedos del corte del hocino
que taja su fina paja. Los rayos de sol
se expanden agresivos, cual candela que abre sus poros de piel y canela,
mientras cubren sus cabezas con sombreros que avientan sus cerebros, Mientras,
el calor libidinoso y cacofónico, golpea los rostros de ojos que miran.
Los niños se
pliegan cantaros y botijos que insertan en la tierra, buscando el frescor que
mana de ella o acarrean con bestias
pertrechados de serones de esparto o de tela para trasportar en cantaros de
barro el líquido ansiado de las añejas fuentes que brotaban de la tierra.
Sonríen las
hoces, entre los brazos que atrapan el cuerpo de sus cosechas. Son manos fieles
y añosas que abrazan las fértiles mieses, dejando gavillas que, a su paso,
dejan esperando la noche. La noche nochera, para que la fresca arrope con sus
brazos las gavillas, amontonando sus frutos para el acarreo de bestias.
Mientras,
la luna lunera alumbra los caminos y veredas, vadeando ríos, puentes y
cunetas, que cohabitan con seres que
sonreían a pesar de sus miserias, mientras las reatas de animales, caballos y
mulos, caminaban cargados sin prisa… sin miedos, llevando su carga al borde la
Era. Dejando esparcidos los frutos del pan, dispuestos en círculo para trotar
con los trillos a las primeras luces de la siempre ávida alborada, para
despojar el trigo de la paja y dejarlo listo para la molienda en molinos de
agua.
molinaantonio.com
31/08/16
Qué bueno que hayas regresado, echaba de menos tus textos, me alegra mucho volver a leerte, Poeta.
ResponderEliminarCaminos arropando almas, fluyendo entre letras y emociones.
Bellas imágenes, también.
Un beso.
Nunca me fuy.
ResponderEliminarNo se vivir sin ser
No podría solar sin hacer
Nunca marcharé
Ya que la luna siempre está
Alumbrando las noche
Hasta el amanecer.
Gracias amiga por estar.
Como dije antes, tu amor a la tierra que te vió nacer es grande.
ResponderEliminarNO, nunca marcharás, hasta después de pasar al otro lado, seguiras vivo en nuestro recuerdo.
Un abrazo.
Ambar