Estás asfixiado por lo inevitable.
Te desprendes de tu propia existencia.
Desmontas lo divino que creías en ti,
buscando lo humano que, escondido
entre sombras,
alguien rebela.
Alguien descubre lo que fluye de ti
y un día aparece sin saber por qué.
Asalta tú camino, dejándote
indefenso ante tus miserias.
Y te aferras con fuerza a ese corazón
que te tiende la mano, te mezclas
con sus tañidos, te sujetas con fuerza,
sin soltar la mano. Clavando las uñas.
Aunque de las manos, fluya pura sangre,
la del ser humano.
04/12/16
Antonio Molina Medina
Aferrarse a quién te tiende la mano, sujetándote en el camino, llenándote de energía, y encontrar así la luz y desterrar las sombras.
ResponderEliminarUn beso.
Tomar la mano de otro
ResponderEliminarde quien bien nos ama y nos permite ser auténticos
es lo que nos sigue dando impulsos para seguir adelante.