Se
cuela silenciosa la claridad en una mañana apacible a orilla de las arenas de
la playa. Sus silenciosas olas se repliegan zumbando misterios de años de
gloria. Mientras, la suave brisa, misteriosamente, se restriega por su rostro
dejando a sus ojos otear el estrecho, traspasando las dunas, buscando sus ojos.
Ojos oscuros, cuyos destellos arrastran susurros; lamentos que, instigados,
suenan sus lamentaciones que alcanzan las costas del alma. Alma que se esfuerza
por contener la historia de viejas prebendas; nítidos recuerdos que nos hacen
caminar sedientos de sueños, entre la vergüenza que dejamos mezclada en nuestro recuerdo .
Se
agitan los pensamientos y los pies se precipitan de prendados aciertos. Años de
historia se cuelan en su mente ante los Arcos que se aferran a lugares
agrestes.
Miguel
el Cabrero… Curandero, nos mira de frente y nos detenemos, sediento de sus
recuerdos, mientras caminamos senderos de piedra y de polvo; sudores de bestias de carga de
carros de trigo y de paja. Mientras, sus arrieros, los siguen dirigiendo
pezuñas clavadas en el barro por la carga en sus costillas, camino de los
molinos, recorriendo la cañada arropados por las aguas del río y su vegetación,
para afrontar el milagro con la fuerza de sus aguas. Aguas repletas de Miel,
cayendo a bocanadas, a golpes, sobre sus piedras para mover sus entrañas,
dejando fluir la blancura de panes que nos alimentaban de vida llena de
esperanza, donde los sueños de antaño poco importan ya a sus gentes. Ni los
molinos agrestes, ni la riqueza de los seres que con alma nos dejaron recuerdos
para conocerles.
Antonio
Molina Medina
02/09/16
Recuerdos de vivencias que no pueden olvidarse, que quedan grabados en la cámara de la mente , entrañables recuerdos y nuestras gentes, las que siguen latiendo en nuestro corazón.
ResponderEliminarBesos enormes y feliz día, mi querido amigo y admirado poeta.