III
Y cogiendo las tijeras podadora de rosas, de
plantas, de rebrotes en su retoñar, se acercó hacia ella. Mientras un corazón
latía sin frenar, fecundando el lugar. Ángeles y Querubines revolotean por su
cuerpo… mientras Ninfa sigue en sus sueños, no crece en la maldad. Se enfada y
llora, se entristece y sueña, ríe y se ríe… solo compatible con seres que no
tienen negro el corazón.
Aun viviendo, en un mundo de Lobos, en una lobera,
tiene corazón revive sueños, se siente
MUJER, es su condición.
En el fondo de su corazón su alma se encuentra
instalada, como llama divina, con un amor puro que brotó de sus entrañas. Ella
le acompaña, de noche y de día; ella es su consuelo en las noches negras,
fría…, de sueños… sin sueños… que alejan… se alejan… se instalan para su
consuelo. Por eso él la quiere, ella es la semilla que siembra en los campos de
la POESÍA.
-¿Quién prohíbe la vida? Aunque este entre rejas,
solitario y triste… Ella es pura vida. Limpieza, esperanza… Sustancia divina.
Sentada. Acurrucada, entre cuentos de hadas, con sus
cuentos de niña encantada: nos balanceamos con
sus leyendas, de Hadas de Gnomos, de Duendes… recita sus versos…
nuestros versos, sus cantos, sus rimas, con su voz tan clara, altiva… Ella es
consecuente, le delata su cara…
A través del tiempo rodeada de niños, con sonrisa
clara, les seguirá contando cuentos y leyendas, que calmen sus ansias la de ser
mayores una edad que marca, que duele, que modera el tiempo, su tiempo de mujer
alada, fuerte comedida, limpia como el agua que brota de la sierra,
transparente, de mirada clara.
Desde la distancia. Desde otros mundos, él la
contemplaba, la sigue soñando, ella es pura calma; la observara dichoso, se
introducirá en sus cuentos, sus sueños… se aferrará a su aliento, a través del
tiempo.
Y se encontró a Caperucita, por el centro del
jardín, iba limpia y presurosa, brillaba como una rosa, se confundía su figura
con las flores primorosas que le saludaban al pasar. Sus Hadas y él miedo no la
confundían, y él se decía.- Pobre Lobo… la que te caerá encima, si es que
apareces… será tu ruina, mejor no aparezcas porque ella es la lobería…
Y se acaba el cuento… los cuentes… de cuentos… sus
cuentos, que (ya no son cuentos). Recoge el reloj en bolsa de acero se acercó
al jardín y corto unas rosas, enterró el reloj y lo sembró con pétalos que
brotaron de su cuerpo, y enterró con ellos, un ramo de versos, de hojas, de
incienso… juntando su alma en su propio intento.
Antonio Molina Medina
26/02/16
Sueños y cuentos mágicos que nos envuelven desde tus palabras, mi querido amigo Antonio, siempre es un deleite venir a disfrutar de tus entradas.
ResponderEliminarMi admiración y besos, Poeta.