ELLA ES PACIENTE Y ESPERA Y NOS SEGUIRA APORTANDO RAZONES PARA LUCHAR… AUNQUE NOS PONGAN BARRERAS.


Esa señora que todo lo cura. Y que solo con la palabra se hace poderosa, y se junta con otras, y comulga con ellas, y forman renglones... versos ... poemas,  y prosa de azucena.

¡Y solo son las palabras! las que almacenan las hojas de libros añejos, y jóvenes que se expresan con solo palabras que hoy recorren nuestra primavera que, entre surco de arado ahondan semillas, susurran los surcos entre las semillas… Y el agua las mece, y se hunden,  y suspiran... para provocarnos surcos de belleza ¡Si! ¡Belleza de estrofas! líneas callejeras repletas de prosa  que apaciguan los sentidos, y el corazón se abre y se cierra, precipitándose desde su cavidad dejando en nuestras manos toda su belleza.
         

Los padres y madres y también los abuelos nos las regalaban, aun sin tener conciencia, ya que en los libros estaba la ciencia, el amor y la ira, y la libertad que no se detenía, ni aún en las contiendas.  

Hoy por los caminos que se mantienen de tierra, y zarzas, y flores en su primavera, se airean y se acoplan cual vírgenes semillas, ya que son la esencia de la ciencia y el amor que surge, enjaezada y bella, donde los folios en blanco quieren cohabitar con ellas, entre el esperma de su tinta, buscando los óvulos que fecunden lo humano que saldrá de ellas…Mientras las palabras lúcidas y cuerdas, desde la alegría perfora la tierra dejando que el calor, que el sol las fermente, cual abanico que se abre y se cierra.  

Mientras los barcos navegan entre las tinieblas seguros, se sienten guiados por los libros repletos de palabras y de signos  que, colmados de savia, apartan las estruendosas olas que soporta su casco, donde los destellos, cual fuego divino, tienen manos que las guían  y sonríes y se jactan… ¡Contienda vencida!
                   
Mientras los poetas las dirigen, y las guían, y las acumulan, y las deshojan como margaritas, para que la creación que su alma necesita sea el conductor del amor y la dicha. También son los pliegos de guerras incívicas; de virus que vuelan por plazas y calles, y por callejuelas, donde son la materia y se afianza en fincas. Pero entre las razas… la blanca y la negra y cobriza… Se unen sin miedos y se cristalizan. La belleza se propaga por tierras y fronteras, y el amor se descubre y se interioriza, ya que el cariño es lo que nos dosifica y nos hace fuertes. Y se deja cultivar entre la espesura. Que, hasta nuestros muertos nos dejan su rastro. Incluso murmuran que nunca será su final, la de esa forma humana…, Que no serán olvidados, mientras la escritura, las letras, y signos desde los libros aun envueltos en la oscuridad brotarán de nuevo sus propias vidas.


06.04.20  
Antonio Molina Medina

 

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