Sinovas-Castilla y León |
Mientras la hervidero de la espuma lagrimea a
nuestro alrededor.
Sus ojos se nutren del burbujeo de su sangre.
Mientras la tierra
se muda y no se mude como
las serpientes su piel ya antigua y
corran los ratones rebuscando
entre su noche su propia libertad.
Mientras las cucarachas dejen sus crujidos
al alcance de los niños en sus noches negras.
Mientras el abanico de olores siga aferrado
en sus dedos y se fundan los fuegos ante la
adversidad y los patos recorran las tierras y
países de otras épocas sin nombres ni prebendas;
sin pasaportes de extraños para su eterna y
fugaz identidad en este mundo para todos.
Torpe y sesgado, se agiganta el filo de su espada
buscando un ápice de su sangre con la que resaltar,
ya que el color azul de sus venas, será
el rojo de su aliento, aire que repica como
los tañidos de campanas que penetran,
incesantes, recorriendo los rastrojos de su
cuerpo;
camina y se deshace del barro que sus pies
arrastraban
dejando firmes sus huellas las que, de color
rojo, se
ahondaba entre la propia materia, tratando
de ocultarse de su propia muerte; azuzadas ya
las palabras, sus palabras, trituraban y
sustentaban el frío intenso de sus noches
las que rodaban acariciando y adornando
las piedras labradas de molino que, a la sazón,
intrusos del respiro de sus sueños, deambulaban
sin aliento por el curso de su río donde
la paloma bebe su último caldo antes de ser herida…
¡Sí!
El Faro-Punta Carnero-Algeciras
Heridos por las hogueras cuyas ascuas chisporrotean
inquietas sobre los lomos relucientes que
nos queman y nos abrazan esa madera interior
que nos mantiene, y nos rasga y atormenta
lo incívico e ingrávido, para trasponer de su
propia realidad la que le acucia y le desmiente
para traspasar su propio escenario.
07.02.23
Antonio Molina Medina
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