Algeciras |
Hoy me han dicho que te has ido,
que te fuiste para siempre
niño feliz, niño alegre.
Tu sonrisa floreciente perdurará
en tu rostro que quedó entre nuestra gente.
Una campana desde su torre ha dejado de sonar,
alegres tañido que llora conmigo tu marcha
y su silbar se ha vuelto lánguido,
sin encontrar tu latido, ni el viento que lo propague.
Dichosa fue tu existencia y feliz fue tu vivir,
vida repleta de gente que se desvelaban por ti.
Triste destino fue el tuyo que, como un portazo
nos atrapaste un pellizco de nuestro corazón.
Niño, feliz fue tu vida, la poca que te dejaron
pero, cuánto amor dejado, en los que te conocimos
lo transmitías a raudales. Tu sonrisa era atrayente,
tus ojos dulces y alegres, nos introducíamos en ti
como el agua en sus corrientes.
¡Qué mala suerte!
Te arrancaron tu vida nueva.
Porque la muerte, nuestra compañera,
llegó como una intrusa y se coló en tu cabecera
aunque ya ves, no pudo contigo,
tu recuerdo perdura y perdurará en las gentes venideras.
II
Cristian Payá, mi niño alegre, desde estas lejanas tierras,
desde esta maltrecha España donde yo vivo,
estás conmigo, mientras yo viva no habrá olvido,
Te veo correr como gacela o cervatillo por las veredas,
por los caminos, verdes praderas de las que vinimos.
De tus ojos en tu volar al cielo limpio dejó al pasar,
lágrima fina como una perla en mi morada que
sabré guardar como oro suave en mi zurrón, como buen pan,
lágrima viva cual caricia, franca sonrisa
que yo cogí desde mi habitáculo para que no te olviden.
Niño feliz. Niño tierno. Niño ejemplar.
Vivirás para los tuyos, para tu gente, para tu tierra.
Porque el morir es el olvido de lo que fuimos.
Gracias por tu sonrisa, tu amor y tu vivir.
Un día me escribiste, aún sin saber
Yo estoy feliz. Te quiero mucho.
Dios es feliz.
Gracias Cristian por tu existir.
Aunque me siento triste,
no te lo niego. Ese es mi sino,
el querer duele, te hace sufrir,
porque el querer y el sufrir
están ligados a nuestro vivir.
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