Río de la Miel (Algeciras)
Retroceder en el tiempo, en la distancia rebuscando en la trastienda los más veraces recuerdos que se agolpan en su alma con fieros impulsos que pululan por su vista, donde su memoria brama.
Desde lo alto de la sierra gimen llantos, las lágrimas las trasporta el viento cuando divisa su entorno, a sus gentes que aún recuerdan sus recuerdos. El río surca por el Cañón, orgulloso de su historia. Los molinos lo acompañan se solazan, tiemblan. Comparten con él la vida, de sus hombres, de la tierra. Los campos saben a trigo, a cebada y a lentejas avena y garbanzos del viejo Chorro sigue siendo sangre que almacenan sus venas, bombea corazones de esperanzas y quimeras en las bocas de sus cántaros ellas llevan la solera.
Las chozas ya se divisan a lo lejos sus techos de palma y junco soportan el duro invierno Mientras bramar de animales se acurruca junto a ellos dándoles el sustento a esos cuerpos mecidos por el viento, Las reatas de bestias surcan los caminos trasportando el trigo hasta la añeja era en la noche negra les guía la luna…
Tiros de caballos trotando la parva, el trillo la corta, la rompe, la parte, remueve su mezcla, los niños disfrutan montando en su lomo arrastrando bridas de animales nobles que giran y giran mientras bronco viento separa el trigo de la suave paja el viento jalea sintiendo el lamento, dejando al compañero que creció en su cuerpo.
De las chozas surcan hilitos de humo y de sueños Donde aprietá la ‘calo’ del astro rey sin miramiento La candela arde briosa del chaparro viejo Que acarrea los sueños de los lugareños.
El río se embravece, se sale de su cauce Los ojos del puente los cubren, los ahoga salta su cielo incomunica a su gente. Trozos de sus chozas lleva la corriente.
Todo son atenciones, ayudas, concordia. El hombre es aun hombre. La tierra le acoge brilla la cordura por toda la zona las gentes humildes se ayudan reparten el pan lágrimas, su honra. La solidaridad los mueve los hace más cómplices de su propia historia qué libros no narran las bellas historias de épocas sublimes en humanidades donde el hombre era hombre la tierra era tierra sin cemento en bloque que oculten la vista de lagrimas saladas mirado animales pastando en las lomas.
Ya no brota el humo de la vieja candela los troncos no arden, la tierra, no es tierra los hombres manchan todo lo que tocan destrozan la choza a sus moradores a su vida entera. A. molina |
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