Hacia otros mundos partió lleno de luz Alfonso,
con su voz rota, quebrada,
buscando en el sendero encontrase
con el maestro que él amaba.
Su figura está presente.
Como un museo en nuestra alma.
Mezclada con sangre nueva y derramada
por los valles y montañas
la de un ardoroso guerrero
que el maestro consolaba.
Transpuso el sol en su vida
ya no llegó la mañana.
De su cuerpo brotan flores
siemprevivas, clavelinas,
adormideras y otras plantas.
El convento se ha cerrado
ya no vuela la paloma.
Su voz ha enmudecido
como hoja que se abate desolada.
Pero su figura brilla por la luz,
la que su recuerdo provoca,
por su Vega, la que él amaba;
compartiendo su sapiencia
junto al maestro que admiraba.
Su espíritu está esta presente.
Ya no suenan las campanas.
Su vos ronca y fatigosa
aún resuena en mis entrañas.
Su corazón de juglar,
sereno como la malva,
como el maestro en sus sueños
de mil cosas transformaba.
En Romiya había una noria,
que girar, gira y giraba,
brotando de ella agua clara
de lo profundo de sus entrañas.
Entre los chopos lombardos,
los que él me señalaba,
lamidos por el río Cubillas,
aun se la ve deambular
con los ojos de nuestra alma.
Antonio Molina
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