El río Darro me trajo a la vida
y me dio su sabia nueva y cristalina,
me limpió las impurezas,
las que del parto traía.
El río de La Miel regó con fuerza mi piel,
limpió mi cuerpo de niño,
cubrió mis necesidades con cosechas
que alimentaron mi cuerpo,
donde mi alma se regodeaba
y fue mi primer vivir.
El río Nervión me ayudó
a vivir con dignidad,
a ser un niño feliz
hasta la pubertad,
sumergiéndome en sus aguas
y rebuscando entre ellas
atrapé sin darme cuenta
la libertad tempranera.
Desde Granada hasta Orduña
pasando por Algeciras
una estrella de tres puntas
puso en orden mi vida,
encauzó mi trayectoria
para llegar a sentirlas.
Son tres ciudades
que enriquecieron mi vida.
Antonio M. Medina
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