Y vivo, estuvo entre nosotros




Mientras la niña regaba la albahaca
el príncipe, absorto, la contemplaba
y los niños por el suelo, ilusiones reflejaban.

 
Se escapó de la Barraca. Se entremezcló con su pueblo
retrocediendo en el tiempo. Esos momentos
vividos quedarán en su recuerdo, para borrar
de esta forma aquellos crueles sucesos.

 
Cuando menos lo esperabas, aparecía su figura
con su mono azul, azul, con su boina…
Asombraba en los eventos.
Si te fijabas en él, desaparecía al momento.
 

Como galopa el caballo. Como nos mece su cuerpo
La vista se nos nublaba y ellos lo percibieron
que se introducían en su vida y en su tiempo.
Sólo lo veían los niños y los que estaban con ellos.

 
De sus caras risas, suspiros y aleteos de alegría incontrolada
cuando él nos contemplaba con sus ojos negros, negros…
la sonrisa de su cara una lágrima desliza
su lengua la recoge aunque luego le apenara.

 
 Antonio M. Medina

 

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