Mira su rostro, le incita a quererlo.
Con su pelo negro que cae por su frente;
¡nunca te lo quites,! Te hace diferente.
Adorna tu cara y oculta lo lindo que en ella
se esconde
Tus cejas deslizas sobre tus pestañas.
Tus ojos se paran.
Su brillo le incita cual candil luciente
en noches oscuras, hasta te presiente;
cuando caen las lágrimas por su naricilla
aletean orificios respirando vida.
Tu cara, ¡ay! Tu cara, que viva conservas.
Cerca de sus labios, la boca le atrapa
sus caldosos jugos, adsorbe sin tregua
tragando el licor de fuentes de nácar.
Brilla pedrería en esa caverna.
Recorre ese cuello lamiendo la sal
Que de cada poro brota temblorosa
Cual si fuera de oro, oro de azahar.
Antonio Molina
Ay amigo Antonio, pero qué preciosidad de gato, yo también tengo una gata, y es blanca, y con pinceladas grises, me has recordado a la mía.
ResponderEliminarPrecioso poema, un honor leerte siempre, algunas veces desde el silencio, pero siempre te leo.
Un beso.
Gracias maría.
ResponderEliminarun beso