Una amiga le
regaló un puñado de cuentos. Los leía con cariño, los hice suyos por dentro.
Los meció entre sus brazos y se sentía seguro. Cuando pasó sus hojas su calor le
contuvo.
Querida amiga,
le has trasformado en niño. Tú te has vestido de abuelita y él se ha aferrado a
tu mano asustado de miedo. La gente les miraba porque jugaban juntos. Y tú le
decías.
-¡Agárrate
fuerte a mis dedos! Te voy a contar un hermoso cuento que te va a gustar.
Y él se
aferraba a tu mano con fuerza, se sentía seguro en mitad de la estepa. Ellos les
miraban y seguían sin entender nada, porque no les miraban con los ojos del
alma. Y siguieron jugando. A él le dio mucho miedo, se aferró a tu figura y,
sonriendo, le diste su premio. Devolviste la sonrisa a ese corazón viejo, y
volaba envuelto en sus sueños. No sabe las lágrimas que brotaron sus ojos, que
pañuelo fino de seda pajizo limpiaban.
-Cuéntame un
cuento de los que tú sabes-, -le decía el chiquillo.
Ella sonreía.
¿Qué me importan los que gruñen en los alrededores de mi covacha? ¡La abuelita es vida, vida renovada! Sus
cuentos son letras con música dorada, tambores sonoros de pétalos y hadas. Sus
cuentos, nuestros cuentos y sus realidades, ni madre ni padre podrán hoy romper
el cordón que les une. Los que les rodean no le quitan el sueño. Un día lo
hicieron, yo sé lo recuerdo.
Amiga del
alma, se acaba de sonreír y reír él solo. Eso no es de estar muy cuerdo. Es bonito soñar. Es pura realidad porque son sus
sueños los que les unieron, junto con sus versos, el calor y el frío del
corazón por dentro. Pero si sólo son eso ¿Por qué todo esto? El amor es real,
se quiere por dentro ¿Para qué mentirse si es lo que se siente? Ella le sonríe
con cara risueña, picara y traviesa.
Él volvió al
manzano. Se sienta en su tronco, se acopla a su sombra.
¡Sí!, es
verdad, piensa, Lo tienes todo: amigos, familia, ilusiones, vida… ¡Si eres pura
mirra! Los hombres se pegan a ella, a su sonrisa, y ella les sonríe, les
observas, y les miras. ¡Esa es su grandeza! ¡Eras una niña!, ¡Eras diferente! La
vio cual abuela, en madre, en niña, y sabe jugar en su propia vida.
30/05/16
Antonio Molina
Medina
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