Cuando
la luz se oculta en la vida de un hombre, cuando las semillas se resisten a
brotar y pierdes la cosecha, te envuelve la tristeza, se apoderan de ti la
rabia y la osadía. Es verdad, ¿Para qué negadlo? Te conviertes en un hombre
convulsivo, intangible, sin destino, insoportablemente humano, sobrio,
candente, sumiso… e intratable. Pero, de improviso, aparece la cordura. La
ilusión no pone ni tiene freno, se solaza consentido por un corazón que se
trasforma en humano, que quiere y ama por los conductos naturales de la vida,
pero su propia utilidad depende de otra vida a la que aferrarse sin complejos,
a mar abierto, soporte las montañas, terremotos y tormentas. Sólo siente su
corazón inmensamente fuerte cuando se une a otro corazón. Entonces,
resplandecen los olivos aforados gracias a sus raíces centenarias,
milenarias, a la tierra y sus raíces Es el destino. Nada le falta. La maldad se
ausenta de su cabaña.
10/06/16
Antonio
Molina Medina
Como disfruto de leerte cada vez que entro tus letras son verdades como puños.
ResponderEliminarY esas rosas son preciosas.
Un agran abrazo Antonio, para vos los dos.
Ambar
Los corazones se unen aferrados al amor, echando raíces profundas, en el destino que es la vida.
ResponderEliminarUn placer siempre leerte, Poeta.
Felicitaciones por tu maestría en hacer poesía.
Un beso.
Los corazones se unen aferrados al amor, echando raíces profundas, en el destino que es la vida.
ResponderEliminarUn placer siempre leerte, Poeta.
Felicitaciones por tu maestría en hacer poesía.
Un beso.