Ya
llego el verano… bienvenido seas, conectar con sustancias que no se puede
alcanzar con nuestras manos, son invisible, como es el aire y la luz.
Y
me siento niño absorto por lo que me rodea y me aprisiono al viento por los
campos y cepas, caminado con ellos.
El
verano enamora y en mi yo los siento ya que termina el otoño dentro de mi invierno
y me afianzo a los sueños, como el agricultor a los sacos repletos de granos.
Los graneros sonríen ante tanta cosecha, se amontonan los granos y se llenan
despensas.
La
noche nochera se funde con la paja y el sudor de la era y los sueños florecen como
si fuera primavera.
Al
calor de su Ermita se arrejuntan los corazones, los que cerca se unen, junto a
otros que bajan de la sierra y los prados y otro vuelven de ciudades donde
soñaron volver y los trenes se agitan. El olvidado regresa y el sediento regresa
y el surcador de líneas y el pobre y el rico y el que pasó su infancia entre el
pórtico de su iglesia y los que tienen familia y el enfermo y el sano y, todos
les dan la bienvenida, y se olvidad de haciendas y se hacen hermanos,
descalzos, hoy caminan, para limar asperezas y se juntos las razas y se acunan
familias y los barcos navegan del otro lado del mar cargados de corazones
dispuestos a frenar hasta su pedanía.
Las
montañas sonríen cuando juntos caminan, ya que muchos han vuelto otra vez a su
hogar, a la tierra que un día los vio gatear; algunos con medallas, otros con
ilusiones, otros solo por ver y otear el horizonte, donde nacieron sus
predecesores y vuelve la mujer que amo y no fue correspondida y el hombre que
supo soñar aunque no fue comprendido, el cómico y el poeta y el escritor tras
sus letras y el actor que hoy comienza, y el chaval amable y los esposos que
continúan su aventura, los políticos derrotados y los que ganaron en las urnas,
los grandes hombre de hoy y los que serán mañana, el gangoso, el feo, el guapo
el abogado, los jurados, los jueces y el público que los señala porque no los
han olvidado, algunos lloran de alegría otros ríen nerviosos con sus recuerdos
añorados, y vuelve la noche y sale la luna y resplandece el sol al amanecer de
un nuevo día, y aparece el agraviado, el segador, el hortelano, el ganadero, y
muchos se encuentran en la oscuridad más infinita entre unos y otros por las
calles marchitas.
Y
yo juro que en estos momentos todos se sienten iguales. Nadie es superior a
otro; mientras la oscuridad de la noche, los sueños han penetrado por las
ventanas y a todos los han puesto en la
balanza, dejando aparte sus dudas y sus miserias humanas.
Yo
ofrendo por la unión de los hermanos porque lo que duerme, lo que reposa en la
oscuridad, es amable, es excelente. Lo peor está pasado, la violencia se ha
detenido y la paz forma seriamente nuestro presente y esperemos que sea
siempre.
La
noche nos indica la paz y el cielo no nos puede fallar, ya que esta alumbrado
por las estrellas las luces de tantas almas que nos alumbran desde ellas.
Son almas generosas que nos siguen
alumbrando ya que el alma es lo perfecto y lo es el ser que camina bajo el
cielo y brilla por su hermosura y nos toca a unos más que a otros, ella nos
deja soñar lo más cercano lo más lejano, nos sale desde el cañaveral y nos mira
con nostalgia, y alcanza al mundo entero, cuya limpieza nos abrasa, son los
venéreos los que han eyaculado, limpios y pulcros en el matriz de la humanidad
la que entronca y la sesera bien abierta, bien equilibrada.
Alma
mía deja correr tus sudores por todo mi cuerpo ya que, siempre serás fruto de
la hermosura ya que tu universo te ordena como debes ser en todos los momentos
de una vida, para que cada sensación y sueño este en el lugar que tu pusiste en
su vida, ya que la sangre que corre por las venas sana o enviciada, tiene que
esperar a las decisiones de una mente decidida.
Nuestro
esqueleto esta de espera, los hijos que se alejaron nos esperan, los hijos
desaprensivos nos esperan, los durmientes en vida nos esperan, el borracho
mismo espera, en enfermo espera, los que han muerto esperan… nos esperan.
Pero
todos en un abrazo eterno, nos acercamos a los toques de campana a los sonidos
que el viento deja en nuestros oídos,
dirigiendo nuestros pasos caminando desde la Ermita a su plaza a disfrutar una
vez más con las jornadas festivas, el jolgorio y las sonrisas de sus gentes,
algunas de otros continentes para el disfrute, y fluirán de sus corazones el
resplandor de un rayo de luz que compartiremos con amor y esperanza, por los
campos, por los viñedos, por
sus bodegas por los caminos que siguen y siguen
terminando todos en la era donde el
trillo corta y desgrana hoy las espigas, granos que se deslizan por sus calles
y terminar en los corazones que sienten y sonríen sus vidas.
13/08/17
Antonio
Molina Medina
Buenas reflexiones y testimonios al calor del verano.
ResponderEliminarSalud.