Federico
estuvo entre nosotros ¡El muy puñetero! Yo vi como se deslizaba por la sala y
en cuerpo entero. Sigiloso nos miraba y yo observe que su cara era la que me
protege, incluso desde mi almohada junto a su risa y me dijo:
¡Qué calor
brotó en su noche!
¡Qué dolor
sintió su alma!
Su, corazón,
zozobra ante todo el poderío que su sombra nos regaba.
¡Cómo se
mecían los mimbres!
¡Qué cerquita
estaba el agua!
Y él, solo y
voluptuoso con ansia, solo miraba…, la minaba. Federico le da vida. ¡Nos
abrazaba su cuerpo al borde de la mañana!
Suspiros… sólo
suspiros, brotaban desde su casa. Son los pasos de Bernarda la que corría por
la estancia. Sus hijas la acompañaban, con el calor de la noche, noche nochera
del alma. Mientras el Pepe el Romano habla. Sueños de agua y fuego se conmueven
entre lágrimas, la Luna nos alumbraba. Y yo miraba su cara junto al yunque de
la fragua, donde nacían sonidos huidos de un corazón, envuelto en lino y
estraza.
18/08/17
Antonio Molina
Medina
Su legado nos acompaña, son personas que nunca morirán y mucho menos serán olvidas. Un gran homenaje a un gran poeta. Mi abrazo amigo Antonio por tu ser y estar siempre.
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