El paisaje dominaba mis ojos y
una mariposa se posó en su mirada.
Iba en un carro de cristal
arrastrado por reses bravas
que adornaban la calzada.
La luna se nos cruzó,
dolida y acuartelada.
Yo
miraba su cara.
Ella me reconoció
y mis ojos se callaron.
Era
magno mi dolor.
Cuando contemplé su cuerpo
en mí todo se trastornó.
Mi alma se inundaba
buscando el cuándo y él por qué
la vida así la trataba.
La luz de mi entendimiento
se nubló en su mirada,
la que sus ojos reclaman,
y me descubrió las miserias
que había escondido en mi alma.
08/08/14
Antonio
Molina Medina
Precioso, siempre es un placer sumergirme entre tus letras. Abrazos
ResponderEliminarTus ojos se callaron y ella te habló desde los suyos.
ResponderEliminarPreciosos versos, mi admirado poeta.
Muchos besos.