Por
más que miro y remiro
no
dejo de sorprenderme.
La
belleza que desprendes
de
ese rostro de lucero.
Esa
cabeza emboscada con
hileras
de fino pelo que
hasta
tu frente se acerca,
caracoleando
tu cielo.
Y
esas cejas… y esos ojos
y
esa mirada gacha que
nos
quita hasta el sueño.
Y
esa naricilla dulce con
dos
orificios capaces de
inhalar
el aire del sacrificio.
Y
esa boca, linda boca
con
dos labios que la adornan
Rojos,
como es su sangre
con
el brillo que lo engalana.
Ese
mentón o barbilla que
presionaría
suavemente
para
que sus labios se abran
y
besarlos un instante
aunque
me atrape la muerte.
19/12/15
Antonio
Molina Medina
que bonito que escribes D
ResponderEliminarSaludos desde Miami
Esa mirada que atraviesa el ocaso del sentimiento, la que culmina en una sonrisa y bebe de su boca, besando la vida y los labios de la poesía.
ResponderEliminarEs maravilloso lo que escribes, gracias mi querido amigo por latir de esta manera tan bella, un placer siempre leerte y respirar tus letras.
Muy feliz lunes.
Besos enormes.