Río de la Miel. Parque de los Alcornocales. El Cobre. Algeciras |
Desde
la cumbre de los peñascos que bordean su antigua estructura, el calor y el
viento azota su cámara y los sentimientos, ya antiguos, atrapan su cuerpo. Y la
luz boscosa dejaba a la intemperie esa voz que azuza lo más hondo de su verdad
y sus miserias.
La
luz eterna de las coplas resplandece por los canchos de la sierra descubriendo
sus ansias y sus penas, hoy antiguas, desde su propio descubrimiento.
Atropellados
hoy, e incansablemente, afloran con fuerza sus recuerdos y mira lo profundo que
su vista le alcanza, y se despejan sus miedos y sus ansias.
Parque de Los Alcornocales. Algeciras |
Brotan
de su pecho los lamentos los de un pueblo humillado, pero terco e incansable, aunque
pierda sus razones al olvidarse de lo que un día fue; aunque los ‘Torquemadas’
y sabuesos de la mentira y el engaño, lo quieran devorar ¡hasta el aliento y la
pasión de vivir!
Hoy,
su alma se desfoga y gime en brazos de sus penas viendo a su pueblo, su gente,
caer otra vez entre las alambradas, y asentida y consentida entre los voceros de
turno, que defienden la incultura que floreció en nuestra vida antigua… Y volverán
de nuevo los tiranos y los vividores que salieron desde el norte; se apropiarán
de nuevo de nuestra tierra, para sangrarla de nuevo y comenzar "la nueva
reconquista" dejando más aún en la miseria a gran parte de esa sociedad,
que aún bosteza sin darse cuenta de que lo más preciado ha sido y será siempre
LA LIBERTAD. Predicando esos nuevos valores de que algunos alardean: ¡su cambio!
para poner de nuevo de rodillas a los sedientos seres que solo buscan la
justicia. Y esa libertad de poder comer, y un techo donde depositar sus
ilusiones.
Algeciras Musulmana. |
Dejarán
en los caminos esqueletos sin rostro. Volverán las veredas a ser concurridas y
sin agua ni pan que los sostengan. Nos quitarán la bandera y los sueños. ¡Pero
el pueblo es soberano! y quizás el invierno no nos deje ver los lamentos, y la
ira, y los sueños, y el llanto, y los gritos
… que hoy, sedientos, circulan por las antiguas veredas de esa Andalucía
por las que un día, a sus dueños… arrojaron de su lecho. Mientras suenan sus
ladridos, un perro ladra y gime ante su
ausencia; vuelve su rostro y deja caer lágrimas de sueños, crujidos de onda
arrojando esa piedra que se explaya en la grupa de un animal, o las aguas de
ese río, que limpiaron tantos cuerpos y dio de beber con su agua a seres que
muerden a dentelladas, lo más limpio que un pueblo tiene y defiende…. SU
LIBERTAD… Y su DIGNIDAD como pueblo, ya antiguo donde el dominio de cualquier
descerebrado, nos la quiere arrebatar.
Antonio Molina Medina
23.12.18
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