Sediento por la angustia
que me provocan mis pasos que, aún místicos y serenos, recorren la profundidad
de mi cuerpo y provocan la insistente desazón que recorre mi cuerpo. Mientras
mi voz se hace silencio en su propio desierto. El aire siguen pletórico de riqueza
dejando que mis pulmones se muden del mal que atrapó su existencia: la de una
vida cubierta de musgo que adornó su cuerpo. Mientras, el aire… su
aire, el que me regalaron al nacer y que no me pudieron prohibir en toda mi
existencia; el que da vida a mi cuerpo, aún plagado de incongruencias, y
respiro sin pausa. Somos como una veleta en cuanto ella se detiene vivirá sin existencia.
Sinovas, Pedanía, Aranda de Duero. Castilla y León
A campo abierto y en ese mundo
que nos dejaron para soñar nuestras experiencias. Pero la masa se hipnotizo del
murmullo de las fuentes y de los verdes prados, en las inmensas praderas donde
pastaban las bestias muy cercanas a nuestras tiendas.
¡Aire mío! Que no pueden
comprar ni los pobres ni los ricos. Incautos poseedores de la verdad que aun
defienden un mundo sin sus primordiales elementos.
¡Aire mío! Que coordina
mis pulmones y deja que mi corazón se mezcle en su fluido, para
poder incordiar mis sentidos. Aunque te ofendan y te degraden, nunca serás un
intruso. Aunque te quemen y te maltraten, seguiremos detrás de ti.
Sinovas, Pedanía, Aranda de Duero. Castilla y León
Me dice mi corazón,
adherido a mi costado, que sigue pidiendo tu aliento. Aún con calor y con frío.
Y los cielos me arremeten si no defendemos tus principios.
Suenan las trompetas con
el aire de los sentidos. Y a ellos me aferro ¡aire mío! Y a gritos y
convulsiones, y sin gritos ni carcajadas, camino por este laberinto de
acordantes palabras de figuras opacas que quieren brillar, aun sin brillo. Y mi
figura se rompe en mil pedazos cuando los sueños murmuran inconscientes: ¡a continuar
con mi propio destino!
19.04.20
Antonio Molina Medina
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