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“¡Ah, la felicidad
no consiste en el saber, sino en la adquisición del saber!” Nos dice Allan Poe.
Quizá sea un afortunado
ya que, de la nada, he creado un paraíso donde los sueños afloran. Y la
razón templada por los sueños de la muerte. Y yo pregunto a mi sombra:
Con todo el tiempo que
llevas conmigo ¿Cómo no te has dado cuenta de que el mundo es un delirio donde,
los torpes aprenden, hoy y siempre, de los que todo lo saben de ese mundo que
ellos dominan? ¡De lo que todo someten!... De los que todo lo saben, pero nunca
se darán cuenta de que el saber es dolor, sufrimiento... como sufre un enfermo
que todo lo posee y sabe que va a morir. O quizá sea que sus años le llevan hoy
al precipicio con la ventaja de que sabe dónde caer y poder posar aún su
cuerpo…, entre las zarzas enmarañadas las que sujetaran
su cuerpo y seguir dando alas su alma.
Si bien sean conjeturas sin aproximación a vuestra verdad ya que la verdad es un caballo desbocado, azuzado por los latigazos en sus lomos y no mira donde pisa porque el animal es bravo y noble en su proceder no así el ser humano, que se apropia de lo ajeno aunque tenga que matar por ello… y dice que es por supervivencia o daños colaterales.
Pasan los años los que debilitan su cuerpo, pero no así sus pensamientos los que como un ramillete de palmichas, con las que enjugar su lengua entre el ácido y el dulzor que agrada a sus sentidos por la gracia de lo humano y sin perder la virtud de tratar de ser honrado y quitar, aun de su mente, la atrocidad y el vahído con el que le educaron.
Hermoso es, el perfil de
la montaña en su contacto con su alborada donde los rayos de ese sol
que nos da su calor…, excite nuestras ideas aunque su fuerza nos queme y su
decencia nos delate. Y su luz se apropia de nuestros sentidos y nos deje
percutir palabras de antes de hoy y de ayer… dando forma a lo que nos ansía y
ennoblece en sus entrañas las que se mezan sin pausa, dejando ese murmullo de
sueños hoy… trasformado en palabras… sus palabras…
¡Si!
Las suyas sin interferencias ni contaminación humana…, sea su propia y limpia verdad la que brota de su corazón el que brama castigado de las ofensas del ayer ni de esa reata de adoradores que buscan el humo blanco de las palabras despojando sus palabras de su verdad y sencillez dejando ese sabor amargo de su descomposición; son pasos dados sin compaña y sin pudor. Con la única compañía de, -los libros-, los que amaestrados él deja que se inmolen dentro de su corazón. Quizás sean palabras bacias, pero llenas de contenido que es la paradoja del que escribe. Solo deja que su corazón decida y que sus dedos amaestrados, por lasombra de su alma, se hubieran acurrucado con la tinta esperando las palabras desde la LIBERTAD y EL MIEDO DOMINADO.
Esa libertad de decidir
lo que en cada momento fluya de su corazón el que enzarzado entre las púas de
esas zarzas y matorrales del camino andado, le han doblegado ante la verdad…
-su verdad- y no la de nadie ni pretende que le entiendan, ya que somos
nosotros mismos los que tenemos que lograr ser de utilidad para un mudo donde
ya no existe ni la propia piedad. De ahí la necesidad de ser… ese yo… que
necesitamos ser.
Serán palabras que hieran.
Serán palabras inoportunas. Serán palabras escabrosas e inentendibles, ya que
la fuerza de la NATURALEZA se infiltró en sus dominios, expulsándole del camino
gastado por las grandes avenidas y volviendo su anatomía al origen donde aún existen
las veredas antiguas y las raíces de algunos árboles los que nos puedan servir
de alimento.
Escribo… sin buscar los elementos que alegren a los demás y si a su propia vida, o quizás para dar suelta al caballo que aun relincha sin cinchas ni montura que lo oprima para galopar por las praderas, vadear ríos de agua clara y grítale al viento convirtiendo sus lamentos, en un suspiro
Ya lo dijo Federico… La verdad os hará libres. Y dentro de la libertad no valorareis ya vuestro cuerpo.
09.05.20
Antonio Molina Medina
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