Parque de los Alcornocales. El Cobre. Algeciras |
Crujen
las hojas a su paso. Sus pies percuten cual timbales lejanos. Se aposenta entre
chopos, entre álamos tiernos. Rayos certeros se filtran incautos y luminosos,
mientras él sonríe a su luz que ciega su cuerpo que, mordiente, deja tras sus pasos,
lo ingrato y lascivo de su existir.
Huerta de San Vicente. Granada
Entre
sueños, adormecido su cuerpo, vuelan sus quimeras, mientras bisbisean en su
interior, muy lentamente, una Cantata de Bach. Su pentagrama sus notas se inmiscuyen
en sus sueños envuelto en Violines, Viola y su inmortal Órgano. En su suave
resonar, el aire mece las notas mientras las hojas marchitas de los añejos álamos,
adornan las orillas de su viejo río aun repleto de seres. Plumas con tinta de
sangre, escriben el verde de sus aguas, que arrastran sus obras, lo sublime de
su arte. Las notas enaltecen, sonidos y notas que, acústicos rebrotan entre las
aguas que mecen mis oídos. Fortalece sentimientos entre almas que sucumben, sin
pasiones, a lugares ya recorridos.
Una
sublime alfombra deja sus pies entre hojas que crujen y elevan su cuerpo. Vuela
su alma y desde la tierra percuten sin
fondo los sueños. La luna cubre su sombra, sonriéndole sin miedos él, en
cielo, busca la estela aun visible se deja sentir atravesando desde su tiempo.
Invocando su huella, la de su maestro, la que perdura y perdurará por las
choperas y campos. ¡Sus campos! plagados de adormideras, plenos sus olores.
Pétalos que se cimbrean al compás del aire que nutre sus cuerpos, mientras él
los observa desde el ventanal de su choza. Nos atrapa su espíritu… Dañaron su
cuerpo. Nacieron sus versos. Su teatro y los duendes soñados a la realidad que
mana de ellos. Las hojas se vierten y en su caída, forman círculos que, misteriosos
dejan posar en su alud la calma, la que necesita, la que necesitamos los
humanos.
10/05/16
Antonio Molina
Medina
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