A.M.M. |
Se
acercó a la cabaña y abrió la puerta quitando el cerrojo enmohecido por el
tiempo, y se puso a enredar entre los aperos de labranza, rebuscando en lo
antiguo una espuerta de palmas que su tío había hecho en sus ratos de
ocio, en su época postrera y la encontró entre las hoces y escardillos y
monturas de animales de carga; la aferró con una mano y salió del habitáculo
cerrando la puerta de tablas de madera. Encaminó sus pasos al campo para
rebuscar entre los rastrojos recién cortados las mieses que recogieron,
acompañando a los suyos en la noche fresca y estrellada . Esos años que
precedieron a sus ochenta veranos aquí, en la tierra; los que pesan ya en
su espalda… caminando, aun sin tropiezos, por los
terrones aun sin desterronar de algunas de sus parcelas.
Sinovas-Aranda de Duero-Castilla León |
Recogiendo
con sus manos, y doblando aún sin ira su cintura, las
semillas que quedaban; las que el calor desprendió de sus tallos para la rebusca
de familias sencillas. Y en su rebusca encontró el trigo, los garbanzos…
numerosas semillas que cayeron de sus gavillas, para volver con sus canastos de
la rebusca llenos de esos frutos que alimentasen a sus crías en
tiempos de terremotos y truenos, envueltos entre la hambruna
consentida por la dictadura.
Las
noches de luna llena, caminaban por las veredas empedradas rozando
las bestias sus patas por las orillas de los ríos, viajaban los animales
con la carga de generosos haces de espigas recogidas, luego hechas
granos en la trilla… Sacos repletos de suave fragancia trasportados a los añejos
molinos, cuyas muelas molían sus granos hasta obtener de ellos esa
blanca harina, a la sazón el pan de las espigas, que se dejaba
en los campos junto a los garbanzos que se acurrucaban con las papas
y, entre ascuas, se fundían con el agua de los chorros
que caían de bocas antiguas abrazados por brazos serenos de inteligencia
divina.
Río de la Miel-El Cobre-Algeciras |
Te detienes en el barbecho y oteas el horizonte, indagando con los rayos nuevos de tus ojos, y rebuscas esa savia nueva que te haga seguir caminando por senderos nuevos y provistos de barro, donde las huellas prevalezcan, expresando en su itinerario hondos suspiros, y brazos habladores que se unan sin destino.
Son
ochenta años de huellas, las que deja por los senderos; por tierras de
una vida sedienta aun de sensaciones que alivien su corazón en este mundo de
huidos, donde se persigue con la pólvora a todo lo que no interesa,
donde los nuevos dioses nos marcan nuestro descalabro, a la sazón dioses
inquisitivos.
Parque de los alcornocales-Punta Carnero |
Ya con los huesos agobiados y la mente suavemente destemplada… camina el peregrino sin miedo y con calma… Sonríe, y de su rostro brota una mueca de aprobación donde solo la luz le acompaña, rigiendo su ondulante sombra que transporta alada, rigiendo sus pasos al verde, verde, donde la fértil tierra acogerá sus cenizas saciadas de visuales momentos que dejó en su tentativa de seguir transitando con la pluma y la palabra. Abandonado, ya que la vida se agotará, agradeciendo a esos sueños que le regalaron; poseyendo, cual parabién, sus conocimientos, los que tiraron de su alma a la sazón… sin entenderlo. Solo quiso hacerlo por el amor a la Naturaleza.
Sinovas-Aranda de Duero-Castilla León |
Antonio Molina Medina
06.05.22
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