Río de la Miel-El Cobre-Algeciras |
Encuentra
un rincón lleno de belleza, dentro del recinto de sus soledades. Enjuto y
caprichoso, sin tino, la vida agotada apresado entre piedras las que suavizan
su alma. Las raíces de los árboles se funden en su cuerpo son de un viejo río
cercano y lejano que no dejó de lado. Atravesó su lecho y su cauce silencioso
le vuelve a atrapar. Hoy reseco y solitario por el transcurrir del tiempo…, su
tiempo.
Río de la Miel-El Cobre-Algeciras |
Un rayo de luz de brasa marchita alumbró su cauce. Medio a oscuras, palpando las sombras, en noche silenciosa camina erguido mirando a la luna, solos caminando por su añejo cauce. La linterna en su mano que da vida a sus pasos, comienza su andadura. No se asignan las piedras, a seguir sin agua, porque su corazón no ha dejado de latir.
Apoyando su cara en corazón solitario, descubre los tañidos de añeja campana. Los suspiros le hieren. Miradas que abrasan. Sin requiebros…, en calma su calma. Se suspende la noche. Él espera el mañana. Donde el agua del río desbordara sus tajos, piedras milenarias tras el viento de la pasión.
Río Nervión-Orduña.Bizkaia |
Con la frente apoyada en pecho dolorido, de corazón pesaroso por su eterna soledad.
Como ave sin nido, sin tino, se miran a los ojos. Se cruzan
miradas, suspiros… acoplando sus labios que almas saborean un remanso de amor.
Tal es su poesía que surge de las espinas que hieren a su cuerpo.
Antonio Molina Medina
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