SIN OLVIDO

 

Solo el fuego baldeara y limpiara nuestro cuerpo, para que surcan los sueños.

Mientras, sus recuerdos se afianzan y

se revelan en la calle empedrada y

animales transitando por ella.

 

Los sonidos de pezuñas, de cascos,

en su lentitud, los atrapa el viento que llega

presuroso a nuestros oídos.

Junto al cielo perdido, el fuego en la casa,

cuyas ascuas siguen salpicando su cutis.

 

Cierra los ojos,

las llamas los queman, él se mece

en la hoguera y se hace fuerte,

regodeaba en sus añejos recuerdos,

que dulcifican su mente y a su cuerpo, ya

encanecido, por los pétalos del tiempo.

Valle de la muy noble y leal ciudad de Ortduña 


Antonio Molina Medina

13/12/15

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