Solo el fuego baldeara y limpiara nuestro cuerpo, para que surcan los sueños. |
Mientras, sus
recuerdos se afianzan y
se revelan en la calle empedrada y
animales transitando por ella.
Los sonidos de pezuñas, de cascos,
en su lentitud, los atrapa el viento que llega
presuroso a nuestros oídos.
Junto al cielo perdido, el fuego en la casa,
cuyas ascuas siguen salpicando su cutis.
Cierra los ojos,
las llamas los queman, él se mece
en la hoguera y se hace fuerte,
regodeaba en sus añejos recuerdos,
que dulcifican su mente y a su cuerpo, ya
encanecido, por los pétalos del tiempo.
Valle de la muy noble y leal ciudad de Ortduña |
Antonio Molina Medina
13/12/15
Es dura la vida. Pero más dura sería no vivirla.
ResponderEliminarEmociones que salpican entre versos de poesía. Eres un gran poeta, querido amigo.
Gracias por existir.
Un abrazo.
Existimos amiga María… Son ya muchos años uniendo palabras entre tus versos dejando a mis dedos que se regodeen de ellos ya que la luz que manan de ellos son como balas de seda hechos pétalos de rosa incandescente que queman pensamientos incoherentes.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias a ti por estar…