Hoy
me inquieta su recuerdo.
En
lo profundo de su alma
encuentro
a su corazón que
se
le escapan los sueños.
De
plegarias y susurros
se
componía cuerpo.
La
luz azulada, verde
se
posaba desde el alba
y
yo, presuroso y cierto,
traté
de vivir su luminiscencia,
sin
ningún remordimiento.
El
calor se apropió de él
dejando
atrás los recuerdos.
Sólo
escuchaba a su alma y
descubrí
que estaba muerto.
El tañido
de campana
le
devolvió la mirada,
la
de unos ojos deslucidos
que
por vivir sin miserias
cogieron
el camino del desierto
buscando
la libertad
que
descubrieron por su tiempo.
11/07/16
Antonio
Molina Medina
Recuerdos que se encuentran escuchando las almas, susurros que alimentan los latidos.
ResponderEliminarUn beso.