Sois
los verdugos de la nueva era… de la nueva Europa, de la más moderna. Y ya no os
cubrís el rostro, sois los dueños de la materia, y de las leyes, y de las
formas, y de los jueces, y de los ríos y de la mar, llena de cadáveres que se
cuelan por ella. Porque cuando vestís las aguas de los mares de cuerpos y
rostros, y de manos y piernas, y de cuerpos alegres que buscaban sueños de
quitar el hambre y no morir en guerras que provocáis vosotros, con vuestras
guerras.
Hoy
ya no hay sangre en la venas de los
verdugos porque la perdieron en sus propias reyertas. Tratan de paliarlo
rompiendo las venas de los que, apilados, se dejan su aire y sus sueños y se
quedan con la nada y sin su propia existencia.
Los
cuerpos que pueblan, mártires entre alambradas; seres que os estorban cual
fantasmas, pueblan hoy esa Europa, repleta de campos y de muertos votantes de
políticos sin pudor, ministros sin conciencias donde ya les sobran, hasta los
ancianos que pueblan su Europa.
Reyes
que gobiernan mientras son traidores a su propia gente a su propia tierra:
envenenan el aire y todo lo que tocan; otros, que ya no gobiernan, se afanan
con mentiras, traicionando a los suyos por unas monedas, corrompiendo la tierra
que les da el sustento. Y los miran complacidos de sus grandes proezas y los
países vecinos y los continentes sumisos, que dejan vacíos de hermosas
cosechas.
Algunos
cuchillos, los limpian de sangre. Sangre derramada en continuas guerras que
dicen sagradas, en nombre de un dios que ofende a las almas. Lloran los
fusiles, hoy queman sus bocas las balas. No silban, penetran en sus cuerpos con
el hambre de Adán y su sangre se altera y los cuchillos gritan manchados de
sangre - ¡basta ya! ¡Malditos humanos! - de chorros de sangre de seres que
pueblan la tierra.
Pobre
Europa siempre experimentó de alambradas y guerras, de muerte y violencia.
Estas hasta el cuello de sangre… y de cuerpos que vagan por ella, y de cuerpos
que se ahogan entre aguas y pobreza… Mientras, el verdugo sigue recolectando su
joven cosecha. Y la muerte se hace materia sin sangre ni gloria; entretanto,
los patíbulos descansan y miran, observan la nada que adornan las horcas. Y los
poderosos corrompen el aire y la mar y la tierra, y las casas de las aldeas, y
devastan las razas y acaban con ellas.
Los
seres humanos, bostezan y caminan como auténticos parásitos, rebuscan caminos,
que antes fueron veredas, para subsistir con las migajas que posan en ellas,
aplaudiendo a la nada por la que caminan… caminamos sin la nada en nuestra
conciencia.
06/09/17
Antonio
Molina Medina
Qué pena que el poder llegue a empobrecer a las personas, y dejar de lado la empatía hacia los demás engrandeciendo el orgullo y empequeñeciendo la humildad, mi querido amigo Antonio, es muy triste, pero hay personas que todo lo llenan, como tú haces con tu poesía, que nos enriqueces las almas.
ResponderEliminarGracias por ser y existir, mi querido amigo Antonio.
Besos enormes y feliz tarde.
Triste que el poder ensucie, triste que el dinero salga de esos comportamientos y mas triste las gentes que arrojan al río sus desperdicios y miserias, que lavan los platos con jabón a la orilla del río, que prenden fuego para cocer una mala paella. Abrazos
ResponderEliminarHasta aquí llegamos, que lástima, el ser humano que se cree algo cuando en realidad no es nadie. Nacemos y morimos por igual. Abrazos!!
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