Parque de los Alcornocales- Chorrosquina- El Cobre- Algeciras |
" La ternura es una galaxia
viajando por el cielo de los encuentros, que nos prolonga hasta las estrellas
de la vida"
Jacques Salomé.
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REALIDAD…
Quizá, como un
intruso, me introduje en un mundo apasionante y fluido de intensas emociones.
Un importuno que no sabía dónde podía llegar desde unas simples cuartillas; el
efecto que podía tener en las personas que me rodeaban. No sabía lo que hacía,
esa era la verdad.
Y ¡Oh! Surge la
sorpresa: descubro en mi primer libro, el mundo y la sociedad que me rodea;
descubro con pena, y a la vez con entereza, que a los en decadencia me he dado
cuenta, he podido despertar de mis sueños. He dejado de ser un niño que no
acababa de madurar para volver otra vez… a encontrarme con ese niño. Me ha
costado muchos años darme cuenta de la realidad que me rodeaba en este largo
letargo que ha pasado como un suspiro, pues el tiempo nunca existió, solo está
en el pensamiento.
Un libro. ¡Qué
energía...! ¿No?
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Tratar de plasmar
unos sentimientos, una forma de vida, y unos personajes que ya se fueron.
Llegar a pensar en sembrar ilusiones que emergen de lo más profundo. Preocupado
con las personas que no dudaba que me querían. Miedo, por la posibilidad de
contar historias pasadas que zarandee nuestro íntimo interior. Gentes incluso
capaces de pensar en mover los hilos de la justicia para tratar de impedir que
pueda expresar mis sentimientos con esta libertad que asumí sin miedos ¡ya que
con miedo nunca se deben ubicar palabras en un folio en blanco! Es traicionar a través de los dedos aferrados a
una pluma al propio corazón que sigue muy entero.
Tratando de
meterme en ese mundo suyo tan incierto y que no siento; donde se encuentran
familias enteras con sus miedos de donde resurgen fantasmas pasados que están
siempre presentes en nuestros recuerdos.
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Despertar de mi niñez, que no conseguía quitar de mi recuerdo... quizá lo necesitaba para sentirme sereno, y tratar de practicar lo que mantenía en mi memoria ¡El encanto se ha roto! Ya me he hecho mayor por dentro, y descubro con pena ese mundo exterior que critica y que muerde, como un rayo del cielo. La tormenta está en su pleno apogeo, caen rayos y lluvia, por caminos y senderos.
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Pero… ¿Qué atrevimiento? Comentaba la gente después de un letargo de silencio. Escribir las historias que me llenan por dentro… dándoles voz y movimiento. Ese mundo que un día yo conocí, que me dejaron ellos, los que ya se fueron, (sin la voz ni la palabra, pero afortunado de sabrosos y reales recuerdos) con sus hambres y penurias. Pero algo manaba de ellos, de su interior, de sus corazones, donde se maceraba y brotaba su agua antigua, limpia, fresca, y clara, ¡también de sus miedos! Como un maná divino, que se reflejaba en sus rostros; su humanidad, solidaridad, amor, alegría, y preocupación por los demás, ya que todos se conocían y todo lo compartían.
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Hoy, con el paso del tiempo, veo un mundo en soledad que me contempla; somos más habitantes en la tierra, pero muchos menos los que se conocen (quizá, ni yo mismo me conozca) Desnudarnos por dentro, y poner nuestras miserias encima de una mesa, y, tratar de escribirlas en una pizarra, con los pupitres llenos de gentes con miserias en sus mentes, por la falta de Cultura.
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“El que esté libre de pecado que tire la primera piedra” -alguno dijo no hace mucho tiempo... Alguno, quizás un iluso, pero un hombre de verdad con sentimientos; la vida le ‘costo’ por practicar cosa tan simple como es el amor y la verdad de cada día. La mentira se impone, la oscuridad, el miedo nos corroe, es más rentable la mentira, ya que de la mentira siempre queda la duda, y … ¡algo queda!… Es como en la fragua: machacando el acero se moldean las mentiras… como el acero. Los pobres y los desheredados no tendrán recursos que ellos puedan comprar. Esas velas que iluminan la travesía por este desierto de la vida. ¡Oh! el barco que se mece en alta mar; porque hace falta un barco en nuestras vidas; surcando entre la niebla espesa y los temporales que sorteamos en nuestra travesía, con la mirada presta a virar el rumbo.
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Quizá lo fácil sea entregarnos, encallar en la arena de la playa, buscando lo más cómodo, dejarnos llevar por la corriente, romper nuestra frágil visión de la vida y deformar nuestra riqueza espiritual, tapándose los ojos por imágenes que el fango nos depara, en nuestra vida cotidiana y en su suciedad, hasta su aliento nos atrapa, y se hacen intrusas en nuestro propio intelecto.
12.09.21
Antonio Molina
Medina
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