GETARES Y SU BAHÍA




Los barcos se extienden como hongos
poblando sus agua, inmersos, inquietos
el viento los mece. El poniente brioso
firme, comedido, limpiaba sus aguas
del levante incierto que del Peñón salta
que llena de impurezas la arena de la playa.
 

El poniente arrecia deja aguas claras
repleta de vida, le tocan sus alas.
La bandera verde indica al turista, bañista
y gente sencilla que acude a su baño,
que el agua esta limpia. Que el agua esta clara.
Que no es peligroso mecerse en sus aguas,
sumergir sus cuerpos, el agua les atrapa.
Cubriendo su cuerpo le limpia y le agrada.
 

Desde una mesa distante y cercana.
Contempla el poeta los seres que ama.
Escribe con pausa. No piensa el por que.
Ni por qué lo hace. Necesita hacerlo.
Él busca la calma que le consolara.

 
       I

 
El teléfono cercano esperando su sonar
su recuerdos provoca ávidos
de sueño o de realidad que él recoge del aire,
es su pan, para vivir y soñar.

 
¡Quien sabe lo que pasa por la mente
de aquellos que vivimos de los sueños!

 
Suena de pronto, lo mira fijo
Entre el recuerdo, brota su nombre.
En la distancia que los separa  ve en
plateada sonrisa, fruto del amor.

 
Ella es amiga musa y hada
nos repartimos ambas los sueños
y nuestro “acento” es el soñar.

 
La distancia no le impide
deslizarse por el por el aire.
Sus latidos acompañan
un sutil aletear
en una silla vacía la mirada fija
en la que ella está sentada.
Él la observa, aprecia,
Sirviendo un sorbo de la tetera
para que calme su sed, que quema.

 
       II
 

Desde una cafetería el viento
brama su nombre. Recordándole su cara
junto a las columnas de Hércules
que brotan frente a la costa
mediana de continentes.
Dos culturas y dos razas
Junto al sufrir y el llorar.
 

El río muere en la mar que se clava
En su cuerpo cual aguja plateada.
El agua dulce se mezcla con la salada.
Ellos ya no se dan cuenta. Ha llegado la mañana.
Mecidos de amor intacto, no sienten la nada.

 
Les arrastra la corriente con sus aguas.
Se sumergen en su cuerpo la Bahía
se los traga, sin hacer un movimiento
sus cuerpos se confunden con sus aguas.

Antonio M. Medina

No hay comentarios:

Publicar un comentario