Son las siete y media de la
tarde en todos los relojes de la villa.
En un hotel se reagrupan
seres que sólo buscan las cosas bellas,
que aman lo bueno que nos
queda. Que defienden, disfrutan
‘poesía’ sincera. Divina
musa. Cordial amiga.
La que trasforma. La que
inculca al ser humano y lo suaviza.
Día especial. Las musas
vuelan sobre las sillas. Se elegirá
al ganador. Suenan sus ondas
y su cantar. Por su firmeza
saber hacer insertando versos
en nuestros oídos
clavándolos como flechas en
nuestro corazón.
Los versos brotan, surgen las
musas, voces varoniles
mujeres líricas, la música
les brota del corazón.
Selección difícil la del
jurado. La calidad que nace
De ellos llaga a pasión y se
confunde con el soñar.
Vuelven los versos a trastornarnos.
Son elegidos
los que el jurado vio
necesarios, buscando entre ellos
el que será la nueva voz para
reinar un año más.
El silencio es permanente sus
versos nos dan la vida
nos transportan a otro mundo,
otro soñar con plegarias
de sus canciones, versos
divinos que de ellos brotan
llenan de dicha el respirar,
nuestro vivir, nuestro soñar.
El reloj se detiene. El
tiempo se apelmaza. La noche enmudece,
cuando el jurado decide
nombrar con justicia al ganador.
Él no la conocía cuando la
nombraron. Mujer espigada,
cuerpo esbelto, tallado, que
moldearon su figura y su propia alma.
Su pelo negro, su delicada
cintura, y sus piernas de alabastro
columnas hercúleas posadas en
el Estrecho
compartiendo continentes,
uniéndonos a la vida.
Él se fija en ella. Su
cuerpo, pura esbeltez, sus brasas
lo recorrían; manos finas,
dedos cortos
que a un piano arrancarían
puras notas de delicia.
Es difícil explicar la
sucesión de estos hechos.
En balde, la explicación. Los
caminos se entretejen
cada curva tropezamos, ¡una
piedra!,
otras, es esa persona que
creías no existía
pues está muy lejos el
firmamento.
Sus ojos manan de vida. Su
ser sube de la savia.
que alimenta sin medida y le
llena de esperanza,
al corazón mal herido,
entremezclado en la nada.
El tiempo, pone en su sitio
las cosas que él, no sabía
¿por qué la paloma vela?, él
contemplando sus alas
con su simple aleteo le
apaciguaba el alma.
Su estructura se resiente.
Los cimientos se resquebrajan.
La vida se cae a plomo, como
un castillo de naipes,
un castillo de sus sueños,
donde poder cobijarse,
alimentando otros sueños, que
puedan ser realizables.
Al final de su camino, una
luz pequeña arde.
Entre la niebla lo guía. Un
candil o mariposa
Que él ansía alimentar para
que nunca se apague
que permanezca su llama
contra viento en su mirar.
El amor que es de verdad, no
se encuentra en cualquier parte.
Es querer, es amistad, por
eso te hace sufrir y llega a hacerte llorar.
Si es amor verdadero, vuela
el pensamiento en él
Te olvidas de tí primero, vas
buscando su querer.
I
En una cafetería sentados
placidamente dos almas vuelan
entre sorbos de café, para
mojarse los labios y emborronar el papel.
Poder relatar vivencias,
desdichas, alegrías para alcanzar a
compartir un retazo de sus
vidas. Más que sus vidas ‘una vida’.
Es difícil. Él creía
imposible que le harían recordar.
Reviviendo gentes que le
enseñaron a querer,
A sufrir, a amar y a vaciarse
por dentro y confiar en los demás.
Una mujer de tronío corazón
de hueso y carne
enterrado el oro en latidos
excitantes.
Vió lagrimas en sus ojos, los
suyos se le enturbiaron.
Se enturbió su corazón,
sintió su aliento en su rostro
volvió a latir su interior,
apartándole del peso
de su pena desilusión.
Su recuerdo le sosiega, le
conmueve, le devuelve la ilusión,
su corazón es tan tierno que
se deja compartir
sus sueños serán sus sueños,
él lo siente en su latir.
La niebla se disipa
suavemente. Las aguas… las aguas del estrecho
se arrebolan con suavidad
descargando espuma blanca
sobre la arena, pleamar. La
mar. el mar está en calma.
A lo lejos divisa su rostro.
Su sonrisa.
Los ojos cimbreando sus
pestañas.
Sus labios de miel se
entreabren descubriendo todo el nácar
por el que se cuela el aire,
llena su alma de palabras.
Quiere degustar de jugosa
sabia joven, inhalar , nutrir su alma.
¡Que no le falte jamás, esa
luz de ojos y brasa
que nunca le ha de quemar,
porque de cerca le estaña!
II
Transcurrido un año. La misma
playa.
La misma mesa. El mismo
rincón.
Lloraba un hombre por su
regreso.
Hoy todo ha cambiado
Su alma está en calma.
Cree en los milagros.
Existe la esperanza.
El hombre deshecho
repleto de dudas, ya se ve
lejano.
Una paloma tierna llena de
vida,
le ayudó a volar, fue de rama
en rama
estuvo a su lado y le
acompañaba,
le provocó de nuevo lo que
era la vida.
Antonio Molina
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