Un soplo de aire fresco le despertó una mañana. Se
enfunda en sus pilas y el muñeco presuroso saltó de la cama, dejando las sábanas
preñadas de sueños, de paz y de calma. Con sandalias nuevas cruzó la ciudad,
que en vez de ciudad, sería ciudadela. El frío que la noche regala, no siente
su ansia, no impide caminar a pesar de la escarcha. Las baldosas crujen, de
ellas mana fuego junto a sus pisadas. Pletórico de vida busca una sonrisa que
alegre su alma. Praderas de Duendes le incitan, le atrapan. Los Gnomos le
soplan en la cara. Desde una habitación pequeña y destartalada, sin mantas, su
curiosidad le lleva a su habita. Él ya se diluye y siente que manan de él los
espíritus que placen convulsos en toda la estancia. Sus ojos tropiezan con las
sillas. Una pequeña mesa le contempla y habla, el armario le susurra, su voz es
de grana. Él abre una hoja. Su alma se cierne en pequeña súplica incensada.
Entre corredores, se pierden… se quieren… se aman. Su recuerdo aflora por la
vieja cámara… Él cierra su hoja de armario que duerme y se aferra a ella
concienzudamente, consciente, pertinente. El hombre se muere. No quiere
dejarla. Su dolor le enviste y quema sus naves por el continente. La niña le
mira y sonríe y llora. Él ya no suspira, vuela sobre su montaña. Por las
galerías ella aún le guía… a pesar del tiempo su vida es la vida. Galopan
ligeros en caballo tordo… sus alas protege el viento que corre, que vuelan
suspiran… es su primavera…
A. Molina Medina
Un soplo de aire fresco que toca tus ojos, que recorren tu cuerpo, y un recuerdo que habita en tu interior.
ResponderEliminarMe encantan tus versos, siempre tan sentidos.
Un beso.
Antonio, ese despertar mágico y entrañable es todo un regalo de la naturaleza, que tu elevas hasta el cielo y mantienes contigo, como un tesoro inolvidable...Me ha encantado ese recuerdo, que es como un sueño alado e inefable, que nos impulsa y nos anima a seguir adelante...Mi felicitación y mi abrazo inmenso por tu buen hacer.
ResponderEliminarM.Jesús