Cuadra de un caserío de Onduña Bizkaia |
Fuera
de tus murallas una madre y un padre
sembró
en mi corazón, algo diferente,
que
le ha costado salir, pero, aquí está.
Sé
que volver a recordarla parecerá majestuoso. ¡Qué soberbia era la ciudad!
rodeada por murallas, con sus puertas sin atalayas; cercano su rio Nervión,
pertrecho de alas de cuerpos antiguos, de carros de trigo de avena y cebada…
que vadean su cauce ante su explanada.
Brazos
y manos y cuerpos de antaño de seres queridos, los de otras madres que
enjuagaron mi alma… hoy me llaman y me siguen protegiendo al borde de sus
murallas y sus voces me gritan con la claridad del aire del bollo de la peña
Salvada.
Ciudad de Orduña-Bizkaia |
¡Qué
es lo más importante! las mujeres reclaman. Voces que percuten. Voces de
mujeres que se acercan a mi alma y en lo más íntimo me acogen con ansia y me
miran a la cara.
Son
seres que se funden con sus ideales, con nieve en sus manos que forman
plagarías que a mí me atrapan. Y me acoplo en sus cuerpos que hablan, que
dicen verdades... que quieren… que abrasan.
Nada
prometieron. A nada me obligaron. Solo vi sus hechos de muchas mañanas y yo lo
acepte, sin prisa, sin pausa. Y aun sin cultura, ellas me la inculcaron y, sin
predicar, brotaban verdades aun sin desearlas.
Hoy
custodio mi pobreza. Y mis dedos se aferran al papel, junto a los picos de la
sierra Salvada; donde su figura permanece aún, limpia y sin mancha, la que
salvó su alma.
Ciudad de Orduña-Bizkaia |
Donde, con su ayuda, luché y no lograron romper mi libertad; que no la perdí en las contiendas necesarias, cuyos enemigos, muy antiguos, guerrearon con mi cuerpo en una lucha a muerte para poseerlo, para degustar y llenarlo de miserias humanas… aunque el sufrimiento y los apetitos de mi cuerpo que algunos desgobernaron. dejando en él heridas crueles, desde tiempos sin memoria.
Mientras
los dedos se solazan al espantar de mi mente, esforzándome en expulsar la
sangre maltratada que recorre mis arterias, ya que la revolución caló
entre mis letras. Y la cultura abrió una brecha y se coló por ella: la dicha y
la locura de un mundo donde se compartía la sinfonía de música estridente para
renovar todas las neuronas, guiadas por el soldado Corazón, que nos llevó a la
victoria del amor. Inolvidable camarada que de mi mano, sigue dándome compañía
por las antiguas veredas, entre surcos de carros y pisadas de bueyes y albarcas.
Mientras,
los ojos antiguos escrutan las sedientas casas y las calles vacías. Y las
sombras se alejan al fluir entre alcobas… desde los púlpitos pregonan voces
antiguas que intentan detener cuerpos con alas desplegadas, cuya música íntima
los nombres de Gnomos, de Hadas, de Duendes de Silfos… que se expanden por
cuerpos que aman y se diluyen en sus cuerpos y
almas.
Ciudad de Orduña-Bizkaia |
El
viejo papel se arruga y se pliega, y se extiende... ¡es tan
insignificante! Pero a la vez tan veraz, que sus letras aúllan y
relinchan y gritan palabras sobre los surcos de tierra. Renglones antiguos que
nos traba el sueño. Y los cielos se agitan y leen sus palabras en mentes
atrevidas de desconocidas almas.
Con
firmeza, mi cuerpo se apoya en barandas antiguas que sujetan mi cuerpo
ante, las embestidas del agua encharcada, aunque la corriente trate de
atraparte, junto a las aves que vuelan rompiendo los vientos entre las dos
orillas que surten su alma y cobijan mis sentidos por lo alto de mi cabeza,
absorbiendo las gotas y chorros de cantaros repletos de agua.
El
cielo se oscurece, el verano avanza y guarda su claridad, celosa de no
encontrarla, que, fiel, la tierra la guarda al lado de su ladera. Ella se
esconde y solo el sol me la alcanza con la cabeza alta dejando sus rayos añosos
en el borde de sus aguas, cual adormidera, en plena noche me canta.
Río Nervión- Delica-Alava |
¡Venid vecinos de Orduña!… ¡a la poza sagrada!… ¡bajad al marjal del trueno! que despuntó una mañana donde flotaban sus aguas. Mientras que los cuerpos se mecen furtivos entre sus aguas que bajan y suben, Sus voces, como troncos, hoy saciados de sueños y de añoranzas que mi mente hoy abarcan.
Hijos
de todas las madres, sed bien venidos a sus aguas dejad vuestros cuerpos
limpios desde el amanecer hasta la noche estrellada.
Orduñeses,
que vuestras chimeneas expulsan el humo blanco de la madrugada y dejad la
incertidumbre de las noches negras del alma y que las llamas se eleven de los
troncos que queman entre fuegos bajos. Y que su entusiasmo despeje los tejados
que se agiten calurosos desde las nieves del alma, donde el presente, el futuro
y el pasado nos envuelva con el material energético de cuerpos y almas que
sobreviven al tiempo cuyo aroma ennoblece el aire por los sentidos del alma.
Ciudad de Orduña-Bizkaia |
Ya
florece la Ciudad y los hogares resplandecen… El río Nervión se ajusta a su
cauce que, lúcido y brioso, se aferra al terreno, cruzando por el ‘Terrero’ que
ennoblece su cuenca, enriqueciendo con su fuerza a las casas y sus gentes,
mientras los espíritus esperan, mudos, la libertad de sus gentes... las que
seréis: una eternidad, una madre con rumbo, una señal en la Sierra Salvada...
Pequeña fogata.... bote de carburo buscando las nubes… a los que siguen las
miradas de los ojos de niños con sonrisa clara detrás de esas nubes blancas,
que dejan atrás las rojizas llamas, llamas que sustentan los pilares de sus
casas.
Ciudad de Orduña-Bizkaia |
Antonio Molina
Medina
27/12/17
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