La muy noble y leal Ciudad de Orduña-Bizkaia |
Poblado su cuerpo de sueños y miedos, donde la paloma planea de nuevo, dando
brillo a la ciudad de los sueños, volvía a soñar que se había vuelto un niño. Y
caminó por Orduña, su Ciudad con botas de goma que cubrían sus dedos y con
pantalones cortos, con algún remiendo que otro, para protegerse del frío en su
invierno. Y las fuentes le saludaban con los chorros de agua en su inmensidad,
y las botas de los soldados trituraban el cemento de su plaza…Mientras, los
cazadores de almas siempre nos vigilaban, apostados entre los hastiales,
continuamente se hacían con nuestra alma… Y su madre le lavaba con mimo y con
cariño, tratando de quitarle a su hijo las musarañas que en su mente le
inculcan.
La muy noble y leal Ciudad de Orduña-Bizkaia |
Pero la ciudad es muy agradecida y le volvió a regalar sus aguas, y los que
se cruzaban con su sombra se detenían y le saludaban… incluso los más ocultos a
su mente, no le dejaban que costase nada donde me encontrase mientras entre
susurros algunos nobles seres le incitaban: ¡Vente con nosotros que la ciudad
te llama! Cuyas voces le deseaban… Hoy sonríe, y su mente se traslada a cuando
el mal comportamiento era visible en sus años de soledad bien manifiesta e
ingrata, expulsado de sus orígenes por una posguerra más incruenta que la
propia contienda donde dejamos familiares sembrados por los campos de miseria.
La muy noble y leal Ciudad de Orduña-Bizkaia |
¡No dejes de visitarnos, que la Ciudad te protege! Algunos le susurraban… ella nunca nos dejará de proteger -le insistían-… Sigue escribiendo sobre ella que la estás haciendo muy gloriosa a través de los que la recordáis cómo fue en los escritos… Sale emocionado en busca del tren que le llevará otra vez a su soledad entre gentes ya integradas en el sistema del que él consiguió ya salir... Su vida es hoy más grata… aún en su soledad olvidadiza.
La muy noble y leal Ciudad de Orduña-Bizkaia |
---Sucumbir o morir--- Ni sucumbió ni murió… Se desprendió… de lo ingrato… “Madre acógeme en tu almohada… -Eso sí, ahora mismo” –le susurró su madre envuelta en la niebla que envolvía su montaña.
29.12.22
Antonio Molina Medina
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