NIÑA Y MUJER

Mariposas revolotean por la sala
relumbrando con propia luz, deslumbraba
convertida en llamarada
sus ojos colmados son de esperanza
de su luz, como un candil
cuelga una mecha de estacha
que ilumina cual bombilla la encapotada estancia.
Pequeños rayos de luz, sonidos que anhela el alma.
Sobre las testas volabas mariposa luminaria
como una flor de jardín con aroma renovada
lo místico de tu vuelo, despierta mi alma empañada
alimentas peregrinos en tu mano inmaculada
y en estas anchas praderas
te vistes verde, esperanza
¿a quién calmarás la sed en caminos y vaguadas?
sorteando las espinas que me atenazan el alma
y provocan sangre negra, sangre roja, sangre blanca...
sangre que depura el tiempo y convierte en clara agua
mujer, hembra, madre, hermana...
todas una conjugadas en una niña encantada
A. M. M.

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