VOZ
Voz que me
inquietas,
que hierves mi
sangre
y de pronto la
hielas.
Que escurres
mensajes
por mis
incontrolables neuras.
¡Cállate!
No hables más.
No incordies más.
No envenenes con
palabras
que mortifican
esperanzas.
No lo hagas...
No más.
¡Cállate!
¡Cállate!
¿Tanto te cuesta?
¡Déjame en paz!
Ponte una mordaza
y silencia a tu
tristeza acomplejada.
No abras cerrojos
sin permiso
de esta dueña que
te aclama.
No arañes
memorias maltratadas.
Atraganta mi
garganta.
Detén el sonido
que
despiertan estas
cuerdas insolidarias.
Niégate a salir,
a malvivir y a
herir.
Te lo pido sobre
mis rodillas amoratadas.
No puedo más...
No quiero más...
Me niego a
escucharte
Puedes morir en
paz.
Nekane
León Esteban
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