Y SE HAN DERRUIDO LOS CIMIENTOS


En los que él se sustentaba.

El rojo brilla más fuerte. Su palpitar más sereno.

frenéticamente humano, le golpea los recuerdos

y provoca su extensión,

toros invaden el campo, la suerte los punza, quieta

y a las cinco, apareció,

su sombra, atrapa el sol que no aplana

y la noche despertó, los mece la luna, luna

los engancha en su blusón.

Desde su blasón los mira:

ojos negros, dientes plata de blasón,

su pelo al viento, pañuelos de seda son

culebrea por sus hombros que la noche nacaró.

Almas y estrellas ¡atronad en el aire!

Juncos verdes del río ¡aquietud su alma!

los peces hoy, no duerme, la luna los embauca

el fulgor de su luz, los adormece mientras canta.

Envoltorio de agua, se mecen, se aman.

El corazón sin cimientos se balancea

En medio del sueño, en medio y en calma.

 

Antonio Molina

 

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