Descansaba
mi cuerpo en cabaña de adobe y brezo… y los pájaros, desde sus altas ramas de
pino y ciruelo, despertaron mi sueño ante el jolgorio trepidante que protagonizaron
con sus trinos; música de luces y plegarias del cielo que, por las rendijas de
las ventanas, penetraban estridentes y fluidas aclamando los arrestos de una
nueva y calurosa amanecida. Y los hermosos rayos de la alborada, como forma de
despertarnos, confesándose los restos del sueño.
La
mente comienza a dejarnos las ventanas libres de ataduras y solo al asomarse a
los campos se posa en las ideas la necesidad de salir a caminar por la estepa repleta
de viñedos y rastrojos, donde antes posaban las espigas brillantes de trigales
y cereales de todo tipo y condición.
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero.
Repican
los tañidos de la campana de la iglesia de su pedanía, y las palomas se desprenden
del milenario pórtico que, cual pedestal del tiempo, me hace virar la mirada,
hoy ensoñada, por los caminos a recorrer por los prados que mi vista contempla.
Hoy
cambio de opciones y dejó a un lado las vías del tren y el asfalto de la
carretera para caminar, hacia el puente de su menudo rio, que nos lleva al
monte San Bartolomé, no antes de encontrarme, en su aparición fortuita, el
rebaño de ovejas con su pastor encabezando el cortejo y rodeado de dos perros
que se acercan y me saludan. Saludos y una pequeña charla antes de cruzar la
carretera en dirección al puente del pequeño río.
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero.
Ya
mi vista se percata de un montón de alpacas que me seducen los ojos. Y poso en
ellas la mirada para traerlas a la fuente donde deposito mis energías.
El
polvo del camino se precipita en tres caminos de tractores y, hoy, dejo el de
la derecha y el del centro que van a Aranda y San Bartolomé, para dirigir mis
pasos por el de la izquierda, por el que comienzan a merodear las viñas que,
alegres y repletas de frutos, se alzan ante mis ojos que se despejan y sonríen
a pesar del azote de los rayos del astro sol mañanero.
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero. |
El
camino de desdobla ante mis pasos y mis pies se dejan fluir ahora por la senda
de la derecha, buscando anchar los dominios de los viñedos que, poco a poco, se
amplían y me incitan a seguir caminando buscando el nuevo alto del caminante,
donde se posa mi vista… a derecha e izquierda braman las cepas repletas de jarras
de buen vino entre sus hojas verdes aun las que cubren sus granos.
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero. |
Giro
mi cuerpo y observó que la pedanía queda ya muy lejana a mi visión y me doy
cuenta de que tu cuerpo y mente y sentidos, están siendo dominados por la propia
naturaleza y me hago cuerpo y alma, y se desfoga mi cuerpo y me confundes
sin darte cuenta de que ya formas parte del paisaje; estas clavándote
como una estaca, que ya verdea, y tus pies se dejan placer cual virtud serena
que encauza tus sentidos. O serían los ancianos y sabios ‘Ucalegón’ o ‘Antenon’
que, desde la cumbre, me estimulan con su sublime sabiduría a seguir alejándome
del dolor y las necias palabras de los hombres… ya que el espíritu de los
jóvenes humanos es olvidadizo y voluble… Y a los ancianos les prioriza su
propia experiencia y obran con equidad… Mientras los árboles que rozan los
viñedos me dan sombra y frescor.
2
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero. |
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero. |
Los
caminos y carreteras para tractores cubren mis pies de polvo y hojarasca…
deteniendo mi pasado cuerpo para explorar que el camino sigue, y la distancia
hace más viable que dé media vuelta y vuelva al lugar de partida.
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero. |
Se
percibe la calma de los viñedos y, entre sus calles, se vislumbran granos
blancos y racimos negros… Y entre los rayos del sol; Dioniso hijo de Zeus y Sémele
el famoso dios del vino más conocido como el dios Baco, me sonríe. Y me
fortalece su mirada. Y me aúpa a esa nube ácida y dulce que brotara de sus bodegas
que protegen y engalanan esta tierra de viñedos y cereales por la que
camino degustando con la mirada y olfato, cual Sancho panza al lado de mi señor
don Quijote de la Mancha, el de la caprichosa tierra de Castilla entre lomas sedentarias
y campos de labranza.
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero. |
La
brisa sigue dejando que mis pasos sigan buscando en lo desconocido el impalpable
momento en que mi alma detecta entre viñas, y tierra fértil, y caminos
que me guían a la pedanía, cuya campana no se olvida de marcar las horas, y los
cuartos, y las medias. A pesar de la distancia, el sonido deja placer sus
golpes de bronce y participar junto al aire, que el tiempo no se detiene ni se
posa en ningún tronco añoso repleto de racimos de uvas.
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero. |
Caminas por las cortas calles, donde el silencio de una pandemia nos indica que siempre somos cautivos de la Naturaleza, ya que ella cuando se escandaliza… se defiende… y nos lleva al precipicio de la nada, a los humanos que la queremos eliminar.
19.09.20
Antonio Molina
Medina
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