Puente del río de la Miel en la actualidad. El Cobre. Algeciras |
Con
los ojos entornados, placen los sueños y sientes una suave llamada de teléfono que
te despierta de un leve ensueño. Miras para ver quién es su personaje, y
sonríes, y sales a un lugar silencioso para paladear su voz… y el lugar de
donde proceden nuevo sueños.
El
pasado me incita de nuevo a no olvidarme de él, ya que los lugares por los que
transitamos desde que nacemos siguen ahí; algunos renovado su paisaje y otros
iguales: cargados de años y con el desgaste que la naturaleza ha efectuado en
ellos.
Puente del río de la Miel. El Cobre... años 20
Las
palabras se cuelan por las ondas de mis sueños y tras la voz resurgen los recuerdos
penetrando después de los acantilados, donde aún cantan los pájaros y la
golondrina siguen fabricando su nido y los conejos saltan cuando me ven… Algunas
vacas merodean la ladera, y los cencerros de las cabras me sacan del corazón los
recuerdos del sanador de cuerpos: Nuestro curandero Miguel. El que cuando nos
curaba de cualquier dolor antes de que nos diéramos cuenta… Había desaparecido
de nuestra vista… -¿niño. Has visto al tío Miguel? -Y le contestábamos… ¡Tito!,
ha salido por la puerta nada más darnos la medicina y las friegas en la barriga.
A
lo que él contestaba: ¡Ya se nos ha escapado otra vez! -Nos decía.
La Chorrera. Río de la Miel. El Cobre. Algeciras
Mientras
los labradores acarrean el trigo, quizás ya sin miedos para dejar los sacos de
trigo en manos de los molineros para triturar entre dos piedras sus granos, para
que después los hornos de leña y hojarasca formen las ascuas que calienten su
bóveda, dejando al fondo de su habitáculo los restos de la leña engañada, donde
las teleras de pan negro acariciaban nuestros estómagos… muchas veces desiertos.
Las
veredas siguen a los bordes del río de la Miel y las fuentes fecundan el surco
de pasos añejos que me acompañan y dejan que el corazón relinche cual potro de carrera,
que enaltece aún sus caminos.
Los racimos de piedras junto a nuestro río y su cascada, la que nos limpia el cuerpo y suaviza nuestra ira… abriendo un boquete en su caída para refrescar los cuerpos con su agua cantarina. Y que en su volcar, el agua deja que su caudal sea pura magia, y la solidez del Canuto Hondo se aprieta con fuerza a mi cintura la que aún cimbrea al saltar en su caída, la que me da vida y enaltece mi alma.
Río de la Miel. El Cobre. Algeciras
La
vegetación se arrebuja y canta al compás de su tiempo el que no envejece ni se
ausenta de la Sierra, y el rio, grande y dilatado, deja un canal a
su derecha para que su agua siga moviendo las piedras del molino de Escalona
cuando le falte la luz.
Hoy
se ensalza a su tiempo, a sus gentes y a los sueños que ya no alteran su rumbo,
y se hacen eternos junto a la humana naturaleza que envuelve a mi cuerpo y lo hace
visible entre los chaparros.
Sigue
el surco de su rio, y se desliza por el canuto dejando tras de sus pasos
molinos antiguos que retuvieron el hambre en tiempo trascurrido. Algunos
transformados en luces de colores, cuyo reflejo de luz nos llegó a alumbrar
después del Quinqué, Carburo o vaso de agua con su agua y aceite y su
palomilla, el que nos alumbraba en las noches oscuras.
Ruinas del molina El Águila. Rio de la Miel
Aun
se ven por la noche las sombras de los que, arrinconados en los montes, sufriendo
el acoso como perdedores de una contienda, sus cuerpos reposan en cualquier
lugar.
Y
explosiona la mente y los Lagartos se posan en su recorrido junto a los ‘Alacranes’
con sus finos aguijones que merodean por el secano buscando a su
víctima.
Cuelgo
el teléfono y deja mis pensamientos que se posen en mi cerebro. Para que lo
soñado…, para que lo vivido… se siga quedando en recuerdo. Esa historia en
movimiento que hasta su tiempo será recordada.
Antonio Molina Medina
18.11.20
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