A UN CHAPARRO

Chaparro del Cobre

















Por el camino espolvoreado
de tierra y arena, a la orilla de su río,
chaparros adormecidos
fecundan sus veredas.
El musgo brota inerme
junto a sus pies desnudos,
que se nutre de la sabia
que reavivan sus raíces,
que alimenta su estructura.

Sus tallos son nueva vida,
la que brota de sus hombros,
fecundos aparejos vislumbra su estructura
que desmontan y mecen
para saciar su hambre,
sin pensar que algún día
nos negarán su sombra
y perderemos su efigie.
Aquella donde sosegar
el alma, buscando su frescor,
abrazando su misterio,
donde se mecían
con risas y caricias
los niños en su lozanía.
Antonio M. Medina

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