Sinovas pedanía de Aranda de Duero. |
Gentes
que se nutren entre luces y escarcha, junto a rústicos colores. El sol, repleto
de sustancias, calcina como ascuas sus rudos rostros, preñados de almas, de
legados de seres, de madres que depositaron en ellos sus sustancias.
Sinovas pedanía de Aranda de Duero
Tierra
de cepas y de animales que braman, y de cielos poblados de ánimas donde se
refleja la sabia que almacena lo lejano y cercano; junto a ríos de agua de
sublime concordia, símbolo de compendios de cuerpos y terrones que se
descuelgan “imparables” e incomparables de cariño y amor que sustente nuestra
piel, inseminando la cultura del campo, hoy sin alas. Dejando al descubierto campañas
que fueron guerras y extravíos; ciudades amargas, arroyos evasivos, baluarte de
sus aguas, donde, de su angostura, fluye y se desbocan bocanadas de amor y de
Duendes que cruzan la cerca, dejando las huellas de ovejas preñadas que acuden
al bosque, donde mecen sus ramas los nogales y pinares, y álamos y almendros con
su dura cáscara.
Sinovas pedanía de Aranda de Duero
La
tierra se puebla de nueva fauna, de campos de suave fragancia, entre las olas,
donde se perfilan espigas doradas. Sudorosa, siembra desde las mañanas. Mientras,
los chopos blandean al viento sus ramas frescas y pacíficas entre la pradera
plagada de forzados ciervos, que saltan y braman en el oasis de sublimes auroras,
después de la escarcha. Y las aves se revuelven y revolotean, y se apropian del
silencio y lo hacen música sagrada. Un murmullo del viento, entre el pentagrama
de mis pensamientos de gélidos y mullidos de gemidos nuevos que siento por
dentro ya… sin miedos.
Sinovas pedanía de Aranda de Duero
El Águila planea buscando, rebuscando entre la yerba, con avidez su sustento y la Garza se fortalece entre los arroyos y cañaverales de la pedanía y esconde su cuerpo entre ellos, dejando sus pisadas por la frecuente humedad de sus orillas. El espíritu vuela y se deja notar, dejando al descubierto el bien y el mal de seres que aún viven de lo que sembraron, siembran y de lo que sembraran.
Sinovas pedanía de Aranda de Duero
La
nave del tiempo se posó entre las espigas de afiladas puntas las que protegen
el grano de cebada y trigo, de avena y soja. Entre girasoles, que giran sus
cuerpos buscando la calor del astro fecundo que ennegrecen sus granos. Sus
dorados campos se mecen entre mis manos, mientras el tiempo, en su despertar,
azota mi cuerpo y deja mi alma aún por descubrir, ya que busca la paz y lucha consciente
en distintos prados, en distintas guerras, donde los humanos perdieron sus
haces de mieles y estrellas.
Sinovas pedanía de Aranda de Duero
Hoy
se siente emigrante de sueños y estrellas, de fértiles tierras, de ramos de
vida de dorados granos dejando a charlatanes que sigan su rumbo-sin rumbo.
Ellos, que surten los caminos hoy sin dejar huella y espolean los caminos
antiguos y nuevos, para fustigarlos en nombre de su libertad.
Yo sigo pisadas antiguas que nos dejaron aquellos que exploraron los campos y curtieron la tierra, vivieron en cabañas de troncos y paja, de hojas de palmera.
Salvajes
mentiras dejaron mis zapatos embridando los caminos, compartiendo su tránsito
con tramperos y agricultores, mineros y contrabandistas, y pescadores, hoy, sin
barcos. Hornos de carbón donde la materia se quema, en sus corazones, en lejanos
montes. Tierra que abrazaba a los allegados a los que formaron una gran nación.
Desde
la lejanía, en lugares remotos, entre artesanos jóvenes y expertos, tímidos
ancianos y mujeres y niños. Jóvenes cansados flotan por el mundo con su emigración,
buscando entre tierras, hoy con alambradas, una migaja de amistad. Descubriendo
personas en las que aún se acumulan briznas de vida; nobles, seres que aturden
entre su fiera y sibilina actitud, donde la ofensa se paga con el hablar.
Con
desparpajo, sortearon señuelos; se aferraron a las musas, al sonido de la
música, al compás de las palabras, al entusiasmo de sus obras por su motivación.
Mujeres y hombres entre poblaciones que fluyen entre los campos cargados de mieses. Poblando bellas campiñas cubiertas de pasos, de pisadas que hablan… que nos hablan y dejan, cuando caminamos, su sonrisa engarzada en viñedos enramados, donde cuelgan los ramos negros o dorados, y la sonrisa fluye de su campanario donde todos la oyen. Es el vocabulario con el que se entienden los seres de ahora, entre las voces de seres humanos. Mientras los campos florecen y vuelan los pájaros hasta el campanario de la bella ermita, que place sus años entre las corrientes de voces aladas que sustentan sus muros desde su alborada, y luchan contra la muerte y, luchan contra el olvido. La vida persiste buscando el sendero donde los hermanos buscan su aposento. Cierto amigos.
23/03/18
Antonio
Molina Medina
Bella es Castilla, y tú la haces más bella todavía con tus latidos e imágenes.
ResponderEliminarUn gusto siempre leerte, poeta.
Te deseo una Feliz Navidad y que todos tus proyectos se vean cumplidos en el próximo año.
Besos enormes.
Gracias chavala... A algunos se les llena la boca de ser patriotas y de amar a su país. Pero a jn pais se le ama conociendo su historia y sus tierras... Dijo un tal Federico... Amo a ka tierra y me siento ligado a ella en todas sus emociones... Y a la tierra se la ama conociendola para poder amarla. Dejando las huellas por sembrados y viñedos los que alborozados sonríen a nuestros pasos... Por ello la felicidad esta al alcance de aquellos que aman a esa nuestra hermana naturaleza.
EliminarBesos