EXPLOSIONÓ ENTRE EL VERDE COBRE, DE SU PEDANÍA

 

Bahía de Algeciras. Peños de Gibraltar 

Nació entre maderas que acunaban su cuerpo, mecido por manos que amaban; entre planas notas musicales, entre voces que silbaban a su alrededor. Su madre se quedó deforme en su estancia, en su vientre.  Y ella recorría los campos  rebuscando simientes para ese niño que llevo en su vientre. A él nunca le faltaron esas calorías que la lluvia de sus ojos le brindaba, en esa su tierra, abrasiva y fértil. La noche se esforzaba por calentar su choza y su alcoba. Mientras, los troncos ardían en su baja candela y los pájaros revoloteaban en las vigas de sus aposentos acomodados en el nido que el que todos los años 'reponían'.

Hoy los recuerdos de aquella luna que provocaba su miedo al mirar detrás suyo con su negra figura (la de su propio cuerpo y la de la niebla) se aposentaban en su entorno y su corazón se ofuscaba y se retraía, caminando por la cortina de árboles de su serranía.

Aprendió las palabras, pero nunca supo escribirlas en pizarra o papel ya que eso estaba vedado para él como buen paria de la sierra.

El Cobre Algeciras.

 

Hoy son palabras esas cual letras sibilinas y amables, se posan en sus cuartillas dejando escritas esas nociones de su tiempo que estaban acurrucadas en su memoria, entre el trapío de los becerros que marcaban a fuego en los arrabales de su Majal de tierra, la que les alimentaba.

Las escenas se repiten desde unas cuartillas posadas en una mesa de madera y una silla de esparto y corcho. Cuartillas que sujetan sus dedos entre sus manos que, poco a poco, toman vida  y vuelven del pasado sobre el cielo de su habitación, cual escenario. Mientras, los pájaros gorjean en las ramas antes de tomar su vuelo, y sus alas abanican mi rostro antes de que la vida se agote. La de un ser empecinado en jugar con su tiempo y alborotar su conciencia, aunque las lágrimas de ese niño que todos llevamos dentro de nuestro corazón, el que aún hace esos pucheros cuando restriegan su rostro con el agua del eterno chorro de su fuente.

                                                                      Algeciras. Cádiz

Mientras los cánticos de tristeza se tendieron entre las colinas derivando entre las olas de su río que, cantarín de alegría, me ve llegar y saltar por sus eternas piedras ya modeladas con el futuro ya olvidado, ya que el pasado ha sido como un puente repleto de pájaros y sin quitamiedos, que destapó todos sus recuerdos.

Caminaba por el paso de la Calera, sintiendo el crujir entre las aguas de su río de las ramas de dorados espinos  que son devoradas por las llamas, elevándose sus llamaradas al azul cielo de la tarde y sin capote que las detuviese.

Las orillas de la vida dejaban al descubierto los primeros brotes verdes de su primavera y los arroyos presumían de su agua que regaba con su líquido imperioso los sembrados donde los pájaros revoloteaban comenzando sus cánticos; buscando su pitanza por los canales que el arado formaba. Y los nidos brotaban de cualquier lugar para dar la bienvenida a sus nuevos habitantes nacidos de sus nidos que adornaban cual chozas.

Los niños correteaban por los prados esperando el encuentro soñado donde la naturaleza cometiera el milagro de iniciación en sus campos: los brotes de espigas para mitigar el hambre de nuestras vidas. 

Río de la Miel. El Cobre

Mientras los chiquillos observábamos ese milagro de la Naturaleza que, sin esfuerzo, nos regalaba el sustento con la caricia del viento y del agua... y las manos de los seres que nos amaban en los tiempos donde se respiraba respeto y amor, mientras las hoces y guadañas cortaban las mieses de su harina blanca.  

El sol saltaba del mar con la furia que quemaba nuestra piel, y nos daba su sed, y el calor que la tierra necesitaba. Y te aferrabas a él por su eterna claridad antes de trasponer por las lomas de su morada.

 

La noche se imponía, y las sombras se aferraban a nuestros movimientos. Y los vientos del poniente y levante soplaban, y hacían silbar  las ventanas y puertas. Mientras, el grupo de familias se aposentaba alrededor de la lumbre y se contaban los hechos que a cada uno le había acaecido en el trayecto de la jornada.

La mañana te despierta con los cánticos de los gallos y el cacareo de sus gallinas mientras revolotean los pájaros y los pavos se desfogan, y llamas a tu perro que siempre raspa con sus uñas la puerta de la estancia.

El Cobre. Algeciras


Pero llegó el temible suspiro de alarma: hoy no suenan sus ladridos, ni en la puerta raspan sus uñas, ni ese día ni muchos más...  Pasaron meses y fue dado por perdido. Llegó el olvido.

Llega el deseado verano y ya comenzamos a caminar por los campos recogiendo los cereales: esas espigas de trigo que tanto valor tienen en las familias; vainas de garbanzos cuyas matas se arrancaban para gavillar...

Acarreo de la recolección en pleno verano y la luna alumbrándonos en las noches junto a las estrellas. Caminando detrás de las bestias cargadas de mieses por las veredas estrechas y los vados de los ríos hasta la era.

Y revoloteaba de nuevo la luz en la madrugada por el Estrecho entre dos continentes, y las golondrinas y  los gorriones revoloteaban buscando su pitanza. Y las bestias se alineaban para sus labores mientras el viento soplaba perezosamente levantando las menudas espigas cortadas por las cuchillas del trillo, y pisoteadas por los cascos de las poderosas patas de las bestias en su circular continuo, cual circulo vicioso para así separar la paja del trigo. 

Garganta del Capitán. Los Barrios

Silencio y cansancio en los rostros aún airosos que se perfilan en la tarde anochecida. Calor en sus miradas, que se funden entre sus voces al entrar en el ‘chozón’ que les protege del calor y el viento, construido de maderas, cañas y helechos, donde degustan con avidez el agua y los alimentos que les bajan desde el lindero de la sierra a la explanada rozando el río. Y surgen palabras de recuerdos. Historias de guerras pasadas, llamadas al miedo, y cautela en la distancia, ya que los oídos se pueden escurrir hasta las humildes chozas.

Son hermanos e hijos y sobrinos y nietos los que han dejado el sudor entre la parva, y ahora reponen degustando estos sencillos alimentos. Y nos quedan esos tesoros, en forma de recuerdos que brillan cada día en la explanada, acariciados por su río de la Miel, de agua clara, donde se bañan a saltos las ranas y cimbrean las serpientes de agua y los rapaces que les acompañamos.

 La tarde se extinguió. Y los últimos vestigios del sol  se dejaban querer tímidamente por los picos de la sierra. Y los niños, descalzos, subíamos la cuesta detrás de los caballos y mulos y burros de carga. Entre bocas que reclamaban descanso. Se aglutinaban manos y cuerpos alrededor de los cántaros de agua y los zagalillos recorrían los aledaños de las chozas esperando su turno, aunque lo más fuerte de su cuerpo lo dejaron en las aguas de su río, el que les calmara del calor, y sudor, y cansancio en sus baños. 

Rio de la Miel. La chorrera

Acurrucado, hoy, me encuentro y solitario percibiendo el soplo limpio del aire, muy suave, del pasado junto a los gritos… nuestros gritos los que fervorosos y desde antaño, siguen fluyendo cual manantial por nuestros brazos, y manos, y dedos que se aferran al papel y a la tinta recordando a los nuestros entre el presente y el pasado. Tesoro sin diluir o saco sin fondo…,Zurrón aireado, y limpio; renovado, y sin amortizar tras el tiempo opaco degustado.

Hoy, angustiado quedó su pasado, entre olas de un mar estrechado y embravecido donde su bañaba su cuerpo; agradecido en su calma, con sus sentidos de nuevo alborotados que se abrazan al amor sosegado que palmea desde su corazón, dejando al descubierto lo vivido e ilustrado.  

Mientras la luna no reconoce otra labor que no sea salir todas las tardes, cuando el sol le indica, en su silencio, que su turno de vida le ha llegado. Y se explaya. Y nos ofrece ese amor y ese sueño tan deseado mientras, en la Bahía, se funde con el mar enamorado de su figura dejando su brillo  y abrazándose con los cánticos y sonidos de sus olas como dos enamorados. Y la contemplo y la degusto. Y su sombra es su amor eterno y se deja contemplar y degustar, ya que su amor es una cadena humana donde nos sujetamos para sortear los envites del odio y la tristeza...

Sierra de El Cobre

La noche y su guardián siempre estarán aunque las nubes los oculten. Ella  nos manda su amor y nos grita con su fuerza que es amor lo que necesitamos para soportar las olas del terror humano. Y la llamamos, y le pedimos que no nos deje solos, ya que en la tierra, es la mejor compañera desde que nacemos hasta el final de nuestros días. Y  las estrellas la acompañan, y nos da el soporte de nuestro destino desde el nacer…  Ella se acurruca en el cosmos dejando los deseos de los humanos preñados de ilusiones que se evaporan, aparcadas en sus dominios y solo nos queda gritar a todo pulmón, escarbando en el aire, dejando que fluya de nuestra garganta,  aunque solo nos conteste la agonía,  regresando su eco que nadie recibe  y en su sueños, adormece y bosteza enclaustrado. Pero hoy se aposenta entre las voces del pentagrama solitario esa voz atormentada del cantor, de  la que brotan cantos de amores pasados cuando la luna se oscurece al cambiar su ciclo natural obligada por la naturaleza. Pero los murmullos de su memoria, suavemente penetran entre sus dedos depositando pacíficos deseos desde la mar. Y sus deseos son los que aun débilmente guardan un  silencio que su mente les impone, dejando siempre un resquicio de puerta abierta antes de su desaparición.

Chorrosquina finca. El Cobre

 Y grita mi corazón alzando la voz de sus  deseos llamando al mundo y a ese amor que tanto puede, y debe cambiarlo todo. Quizás mi llanto sea una voz en el desierto, una plegaria que mi alma levanta desde su charca donde aún place mi cuerpo entre sus aguas.

¡Dejadnos soñar! Y que el viento nos despeje los sentimientos  que llevamos dentro de un corazón ya torpe en sus quehaceres diarios,  y que la espuma de la ola se acerque a las orillas de su cuerpo, dejando instalada a su sombra, desde el perfil de su antigua figura encorsetada  que quizás, aún oscura,  se atrinchere en nuestro cuerpo ya enfermo de años y miserias.

Mientras la luna, bien pertrechada de años,  se ciñe al firmamento dejando que su sombra se apropie de ella, entre las aguas del océano, y su cuerpo se balancee, sin pausa, envuelto en el oleaje que su corazón le ofrece. Que enfundado en nuestro cuerpo, no deja de palpitar sin pausa su servible intimidad para que limpie la sangre  que circula por las arterias de su anatomía. Y,  por todo ello, canto jubiloso;  y saltan de alegría mis desdichas, entre pisadas que el campo aun me ofrece, por las que dejó el rastro cual doncella, mi amada,  y a veces compañera verde de mi existencia,  porque cuando regreso al cemento y baldosas y adoquines,  mi mente se duele y se transforma. 

Paco de Lucia. Algeciras

La fiel tierra se oscurece pero las estrellas le nutren de esa luz que nos encandila mientras la oscuridad de la noche se hace más bella y sublime cuando abrimos nuestra ventana al país de los sueños.

El viento de la noche se hace suficiente, y se deslizan mis pestañas para atraparlo, y su flujo se acomoda entre sus ojos, y las hojas de los árboles revelan sosiego. Vuelven los recuerdos añorando el beso de una madre, la sonrisa de un padre,  y la sonrisa bisbisada de su abuela que tanto nos amaba. Mientras un niño trasteaba, afanado realizando castillos y montañas donde los ríos recorrían la estancia dejando bíblicas metáforas, desde su amor incalculable desde su nacimiento,  ya liberado de esa tortura… De esa miseria y de ese flujo de maldad que, como una serpiente, se había enroscado en su mente en forma de ideas dañinas, las que rumió su conciencia y dejaron  su cuerpo al precipicio, donde le esperaban las fieras inhumanas.

 

Los pájaros negros empaparon sus neuronas, las de un niño repleto de vida y sueños para desbaratar esa verdad desconocida… Esa sustancia que paso de largo en su vida, con la que convivió en su edad primera y que, a golpes duros y entre tropiezos y zancadillas, apreció al salir de su escondite rompiendo los grilletes, y las rejas de su libertad para enfrentarse a lo desconocido batiéndose en el laberinto de su cuerpo. Forjándose y despertándose a tomar el rumbo de su nacimiento, caminando de nuevo por la vida que le arrebataron, entre vibrantes sonidos que le incitaban a no volver a caminar por antiguos caminos.

Desde su nuevo hábitat, busco su nuevo destino entre cánticos de pájaros y el vaivén de las espigas de trigo que se inclinaban a su paso, forzadas por los vientos de su renovación.

El Cobre. Algeciras

Él camina entre cánticos serenos por los caminos y plazas… Son los poetas que sueñan con sus nuevas estrofas:  sus cánticos de libertad que penetran hasta mis oídos . Y me hago cómplice, y me hago su seguidor. Y el dulce aliento de sus letras penetra, sin peaje, hasta la profundidad de su cuerpo de tierra enzarzado entre espinas. Pero sigo siendo ese Yo que antes fui aunque los suspiros recorran mis sentidos, hoy atrapados por el amor que se hizo fuerte entre ellos… Quizá castillo con murallas desde donde se percibe con claridad la calmada mar de los sentidos al reflejo de los rayos de sol matutino marcando en mi rostro, quizás caluroso, el sonido desconocido que buscaba mi interior. Por qué las señales de mi nuevo vivir  destellan dentro de mí ser; dejaron la oscuridad y serán capaces de depositar mis pasos en alguna vaguada, desprovisto ya de la nada, con solo las palabras que brotan de mis dedos impulsados por la fuerza de la razón de su propio corazón.

El Cobre. Algeciras

Quizás sean sus últimos garabatos los que, al elevar sus dedos, desciendan con furia sobre su teclado. Y sus sueños, ya añejos, se pierdan entre susurros de caballero andante, cabalgando con fuerza por las olas de su mar. Mientras, de la arena de su aliento, nacerán nuevas huellas, pisadas certeras que, húmedas, dejaran sus miserias entre prisas y galopes de caballo. Y sus relinchos enmudecerán viendo a ese niño que huye de su propia realidad, ya que la noche nochera lo envuelve entre la blanca neblina con palabras de muerte y renglones de vida, al compás de los latidos; los propios latidos de su corazón escuchando al juglar con sus versos y estrofas… Con sus cánticos y melodías que se deslizan con fuerza ansiando penetrar, como un susurro, entre lo inusual del vértigo que como una serpiente se introduce en el pensamiento dejando sin aliento, su perfil de humano hasta la eternidad.

Antonio Molina Medina

17.07.20

3 comentarios:

  1. Hola Antonio, como estas?
    Entre lo que escribimos y lo que percibe el lector seguro existe un abismo.
    Tu texto me sugiere tantas cosas que quizás no se aproximen a tu intencionalidad poeta.
    En lo personal siento que los niños que nacen en lugares físicos donde la naturaleza juega un papel tan importante en la vida de la gente, son diferentes, simplemente, porque el vientre materno que los acunó también lo es.
    Cuando el trabajo de la madre está centrado en el hogar, los hijos, el cuidado de sus propios padres, su esposo, las tareas domesticas o de campo, pienso que hay un cansancio que es físico, pero que su mente se encuentra relajada y que la espera de ese hijo es natural y simple.
    Por lo tanto ese niño, desde el calor del vientre percibe estímulos de serenidad y sonidos de la naturaleza que a la postre serán la música de su vida y de las actividades que realice, como el agua de los ríos, los arroyos, la lluvia, el canto de los pájaros y de las aves en general, los sonidos del viento o las tormentas.
    Ese niño inventara sus propios juegos, será creativo solo o con sus hermanos/vecinos, si los tuviere. Aprenderá rápido las labores necesarias para sostenerse y proveer sus propios alimentos, será independiente. La lectura y escritura / la escuela sistemática no serán prioridad en el lugar que habita, porque no le son necesarias. Ese niño/ joven solo necesita hablar, expresarse y todo lo que tiene alrededor es una fuente de inspiración permanente, los animales, las plantas, las noches de luna.
    Asi se desarrolla su vida, en el aprecio del entorno, en el respeto por la cultura que lo engendro, en el aprendizaje de las mismas tareas que han realizado sus padres y abuelos y que por años los han sostenido.
    Cuando en algún momento se ve influenciado por la "bendita" civilización aparecen interrogantes, tentaciones, curiosidades que en algunos casos implican perder el rumbo. Ganar algunas cosas y perder otras.La vida es una continua elección en donde se hace necesario establecer prioridades , viajar a nuestro interior y procurar descubrir donde somos mas felices y actuar en consecuencia.
    Un relato/historia impresionante y sentido como siempre en este hermoso lugar que es tu casa y que siempre da gusto visitar.
    Te dejo un abrazo muy grande junto al deseo de una excelente semana para vos y tus afectos.

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    1. Estimada Eli, espero que estés bien. La verdad es que ha sido un verdadero placer y sorpresa que alguien entiendo ese grito constante que mana de mis dedos dirigidos por mi corazón desde, los afluentes de agua clara de los ríos de mi cuerpo los que, forman parten, desde hace muchos años de mis sentimientos y añoranzas de esa educación que la naturaleza me forjo y, solo con, compartir mis primeros años entre seres que eran los motores de nuestro destino y solo con: mirar y remirar lo que ellos hacían y a veces ni hablaban… ya que sus miradas lo decían todo, dejándonos solo, ese recuerdo de hechos consumados los que hoy agradezco.
      Fui un afortunado ya que solo, con mirar a mi madre y a mi padre y seguir sus pasos, percibíamos y valorábamos lo que teníamos que hacer y lo que ellos hacían por nosotros; luchaban lo indecible para darnos al menos, ese alimento que tan escaso nos regalaban, y muchas veces entre sus lágrimas. Su fuerza era envidiable y su sabiduría sigue hoy intacta en mi mente de ahí el no poder desprenderme de ese niño y zagalillo que broto de la tierra despuntando lo bueno donde, el Lobo malo… lo mande a hacer puñetas… aunque el bueno nos traiga muchos sinsabores en esta vida ingrata y repleta de impurezas.
      Eso sí, quedo grabado en mi mente que la libertad era una realidad la que se acoplo entre mis ideas ya que vivir en la Naturaleza sin amigos humanos… Solo entre animales caseros y bravíos hizo de mi algo que con los años esta muy esparcido por todos los complementos de mi anatomía, ya que esos amigos que me salían al paso; esos animalitos me indicaban que ellos estaban para convivir con nosotros y eran mas sabios que algunos o bastantes seres humanos.
      Mi sino fue: ser un terrón de tierra y acoplarme a los campos donde el amor en ella, se vislumbraba en todo lo que sembrábamos y soñábamos con nuevas cosechas. Y al final del camino andado he ganado más que, perdido ya que la libertad no tiene precio y se apropio de mi cuerpo y mente destruyendo esa voz esperpéntica de acumular riquezas y metales preciosos ya que de nada nos sirve cuando los poderos y la clerecía, solo piensan en almacenar fortunas dejando que el corazón se arruine y entumezca en las charcas de barro y maleza, o en posibles estercoleros, mientras el hambre y la soledad y la muerte campean a sus anchas entre nosotros.
      Gracias chavala. Un abrazo, por entender a este caminante que aun sin zapatos sigue caminando por los extra radios de nuestra soledad.

      (La verdad yo la concibo desde la libertad y solo escribiendo con la palabra libertad es cuando somos libres en lo que hacemos y escribimos.
      Antonio





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    2. Comparto ese sentir. Mis respetos y mi admiracion. Un abrazo!!!!

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