Basauri-Bizkaia |
Mirad, mirad a ese corazón recién nacido que cambio de
vestidura
por la piel de su figura, resucitada de entre las
espigas repletas de
granos cebados y de afiladas espinas, las que aún se
balancean
entre los dorados prados que el viento acuna en su
recogida por
manos primitivas con la hoz o la guadaña?
La esperanza estaba lista. Ya no persiste la ira, para
dejar
al descubierto el amor que mamó en su día de esa
fuente,
ante el abismo, con cerradura de plata, con adornos
humanos
y llave de esperanza; mientras la luz se hizo fuerte
entre
las paredes de su desconsuelo, dejando flotar la
semilla
la que aducía a su agraviado cuerpo el que,
maltratado e
inconsciente, es refugio berberisco cual señuelo para
el canto del grillo y el chirriar de la cigarra,
sonidos
que el viento en sus lamentos priorizan el sustento
precipitándose entre las hendiduras de su cuerpo,
tapando confiado su carnosa esfinge; por donde
aparecen los duendes de su noche que abrían sus
puertas, ya sin cerrojos ni túnicas, y se entretenían
entre los sueños que tiraban de su mente por lo
implacable del oleaje de su aletargado cuerpo,
para brotar de nuevo esa primavera que le
sustrajeron, por la que caminaba expulsando
pertrechos inservibles y, ya vacíos, los arrojaba
entre las aguas que cubrían los juncos a la orilla
del río; ya que entre olas y círculos concéntricos
se instalaron sus días donde el abismo le introdujo.
Quizás sus plegarias ardían en su derribada hoguera
cuyos troncos se inflamaron, estimulando palabras ante
su ocaso, envueltas en la transfusión de la dicha
que se almacenaba, sin pudor, dentro del alma,
deshaciéndose de sus heridas antiguas y ya perdidas
por los lomos de las olas, y sopesando el encuentro
con su hervor, rompiendo en las rocas de su cuerpo.
Mientras él lo esperaba invitándole a continuar con
su silencio repleto de sustancias inciertas que
su paz le presagiaba, y que el tiempo se posase,
entre bambalinas esparciendo con esperanza cual
torbellino de mofetas y ardillas, inquietas y arrogantes.
Y él, sin pausa, las arrojaría de su mente a esa fosa
común donde las tinieblas se hacen lagunas
para nadar hasta el firmamento que custodia su
existencia hasta el final de sus días, entre las
laboriosas estrellas dejando tras él negras sombras
que le hostigaban.
Él que con afecto y pudor hoy os saluda.Ciudad de Orduña- Bizkaia
10.02.23
Antonio
Molina Medina
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